España registró 409 bajas laborales por cada 1.000 trabajadores en 2023

Un trabajador retira los andamios tras la rehabilitación de la Puerta de Alcalá en Madrid.
Un trabajador retira los andamios tras la rehabilitación de la Puerta de Alcalá en Madrid.
A. PÉREZ MECA / EP
Un trabajador retira los andamios tras la rehabilitación de la Puerta de Alcalá en Madrid.

El número de bajas laborales registradas en España ha alcanzado máximos sin precedentes después de la pandemia. La incidencia de las incapacidades temporales se ha disparado hasta el punto de suponer un 67% más que hace diez años. En 2023, se registraron 409 bajas laborales por cada 1.000 trabajadores. Y, aunque la duración de las incapacidades temporales se ha reducido en comparación con los niveles anteriores al covid, el absentismo laboral —es decir, las jornadas laborales que se pierden— ha crecido a su mayor tasa en cinco años. En consecuencia, las mutuas calculan que cada año se pierden 396 millones de jornadas por esta razón.

Estas son las principales conclusiones de un estudio presentado este miércoles por la mutua Umivale Activa en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), adscrito a la Universitat de Valencia. La investigación bebe de datos que proporcionan las mutuas colaboradoras y del propio Instituto Nacional de la Seguridad Social. 

Las mutuas detectaron que el año pasado se registraron 409 bajas laborales por cada 1.000 trabajadores protegidos por la Seguridad Social, un 67% más que hace diez años. Las incapacidades temporales —el término técnico para referirse a las bajas—  se pueden dividir en dos tipos. Por un lado, están las contingencias comunes, bajas típicas como pueden ser una gripe. Y, por el otro, las contingencias profesionales, bajas cuyo origen son enfermedades profesionales o accidentes laborales. 

El 91% de las bajas registradas se deben a contingencias comunes, según refleja el informe. La incidencia de bajas por contingencias comunes se sitúa en 414 incapacidades por cada 1.000 trabajadores potenciales, mientras que en el caso de las contingencias profesionales se reduce hasta 10 veces. En este segundo apartado, las mutuas contabilizan 41,6 por cada 1.000 potenciales beneficiarios.

Otra de las conclusiones más llamativas es que las bajas que gestionan las mutuas son, de media, seis días más cortas que las que tramita la Seguridad Social. La duración promedio de las incapacidades temporales en el primer caso es de 31,9 días, frente a los 38,2 días de extensión que se atribuyen al INSS. En este punto es importante recordar que el papel de las mutuas colaboradoras se encargan del seguimiento y el control del estado de salud de los trabajadores en situación de baja. Sin embargo, la decisión de conceder el alta corresponde al médico de cabecera. 

El informe estima que el año pasado se perdieron un total de 396 millones de jornadas de trabajo, un 62% más que en 2018, por las bajas laborales. La investigación asume que una parte del repunte se debe a que ahora hay más gente trabajando, concretamente un 13% de personas más que hace cinco años. Si se reparten esas casi 400 jornadas perdidas entre 365 días que tiene el año el resultado son 1,1 millones de jornadas laborales que dejan de cumplirse cada día. O lo que es lo mismo, 20 días de ausencia al año por cada trabajador.

La tasa de absentismo —el porcentaje de jornadas que se pierden cada el año respecto a las que se podrían haber realizado teóricamente— se situaba en el 5,9% según los datos del INSS y en el 5,2% con la estadística de la mutua. Los autores del informe piden hacer un análisis "riguroso" sobre por qué se han alcanzado estos niveles de absentismo "dados los notables costes que supone para los trabajadores, las empresas y la sociedad en su conjunto".

¿Por qué aumentan tanto las bajas?

Pese a lo llamativo de las cifras, los motivos que explican este auge en las incapacidades temporales no están claros. Entre las razones que pueden explicar este fenómeno se encuentran motivos tan diversos como la saturación del sistema sanitario, con el consiguiente aumento de listas de espera; el envejecimiento de la población, que aumenta los niveles de morbilidad entre los trabajadores o el buen funcionamiento del mercado laboral. 

En este sentido, cuando el empleo va bien, no solo hay más trabajadores en el mercado que potencialmente pueden sufrir una incapacidad, sino que el menor temor a perder el empleo puede favorecer que los trabajadores se atrevan a solicitar una baja que en tiempos de vacas flacas, en los que es más difícil encontrar otro trabajo. Así lo defiende Ángel L. Martín Román, profesor titular de Análisis económico en la Universidad de Valladolid, en una entrevista concedida a El Independiente

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