Anatomía de una brecha salarial: los hijos, los cuidados y la segregación laboral relegan a las mujeres a salarios más bajos

Decenas de estudiantes durante una manifestación convocada por el Sindicato de Estudiantes por el Día Internacional de la Mujer.
Decenas de estudiantes durante una manifestación convocada por el Sindicato de Estudiantes por el Día Internacional de la Mujer.
MATÍAS CHIOFALO / EP
Decenas de estudiantes durante una manifestación convocada por el Sindicato de Estudiantes por el Día Internacional de la Mujer.

La brecha salarial es una de las manifestaciones más sangrantes de cómo las desigualdades de género condicionan la vida de las mujeres. Los roles de género en momentos existenciales clave como la maternidad, los cuidados o qué oficio desempeñar van moldeando poco a poco una trayectoria vital diferente para mujeres y hombres. Ladrillo a ladrillo, esas decisiones atravesadas por el género terminan explicando por qué los hombres ganan un 22,5% de media más que las mujeres o por qué ellos participan más en el mercado laboral que ellas. 

El punto de partida, teóricamente, debería ser el mismo para hombres y mujeres. Sin embargo, las mujeres se van descolgando poco a poco de los hombres a medida que la carrera laboral se va desarrollando. El momento definitorio es la maternidad. Cuando llega la década de los treinta, las diferencias entre hombres y mujeres se acentúan. Ellos llegan a sus años de plenitud profesional dedicados al trabajo. Entre los 35 y los 54 años, más del 80% de los varones trabajan a jornada completa, mientras que el porcentaje de mujeres no llega a superar el 62%

Mientras ellos siguen desarrollando su carrera, cientos de miles de mujeres van reduciendo su presencia en el mercado laboral para dedicarse a cuidar a sus hijos. Muchas madres optan por reducir las horas que trabajan y, con ellas, el salario que cobran. En España hay medio millón de mujeres que trabajan a tiempo parcial porque se dedica a cuidar o a otras obligaciones personales, siete veces más que hombres en esa situación. 

Además, reincorporarse más adelante a una jornada completa cuando hay menos cargas familiares no es tan sencillo. En España un millón de mujeres trabaja a tiempo parcial porque no encuentra trabajo a jornada completa, el triple que varones se encuentran en esta situación. 

En otras ocasiones, la decisión es, directamente, salir del mercado laboral. Es decir, no trabajar ni buscar activamente empleo. En España hay 2,8 millones de mujeres que están inactivas porque se dedican a labores del hogar y 1,4 millones no buscan empleo porque cuidan a niños o dependientes o tienen otras obligaciones del hogar. Esto explica en buena parte por qué mientras que el 64% de hombres está activo en el mercado laboral, el porcentaje de mujeres cae al 55%. 

La foto global es de 3,3 millones de mujeres que trabajan a tiempo parcial o están inactivas por razones muy vinculadas al género. Ya sea porque cuidan, tienen otras obligaciones familiares o porque se dedican a labores domésticas. Una cifra que limita el potencial de crecimiento de la economía al tener una parte de su mano de obra sin funcionar a pleno rendimiento. 

Todos estos condicionantes explican muy buena parte de la brecha salarial de género. Mientras que, de media, los hombres ganan un 22,5% más que las mujeres, si nos fijamos en la retribución por hora trabajada la diferencia se reduce a un 11%, prácticamente la mitad. La diferencia que permanece tiene mucho que ver con las profesiones a las que se suelen dedicar las mujeres y a otras cuestiones culturales de género como son los llamados techos de cristal.

"La brecha salarial tiene mucha relación con la segregación. Hay ocupaciones que las hacen principalmente mujeres y otras que hacen principalmente hombres. Si dejara de haber trabajos de hombres y trabajos de mujeres, la brecha se reduciría a la mitad", sostiene Lucía Gorjón, investigadora de la fundación Iseak en conversación con 20minutos. No deja de ser llamativo cómo la brecha salarial persiste, aunque las mujeres tienen un mayor nivel educativo que los hombres.

Los datos corroboran que los trabajos peor retribuidos suelen tener mayor presencia femenina. El caso más palmario es el de las empleadas del hogar, la actividad peor pagada del país en la que el 90% de los trabajadores son mujeres. Pero las mujeres también son mayoría en hostelería (53%), en actividades administrativas y servicios auxiliares (55%) u otros servicios [como peluquerías o tintorerías] (66%). La fuerte feminización de profesiones como la educación o la sanidad, que están bien pagadas, contribuye a equilibrar algo la balanza. Pero la falta de presencia femenina en profesiones técnicas —las conocidas como STEM— también lastras la retribución femenina.

Las diferencias se ven también claramente si se analiza la presencia de mujeres en los diferentes escalones de responsabilidad. Alrededor del 60% de los trabajadores de ocupaciones elementales o de servicios como hostelería o comercio son mujeres. En el otro lado del espectro, apenas uno de cada tres directivos y gerentes en España son mujeres. 

El preocupante estancamiento de la desigualdad

Las brechas de género en el mundo del trabajo han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Afortunadamente, la situación actual no tiene nada que ver con la que había, por ejemplo, hace 50 años. En 1976, el 78% de los hombres estaba activo frente apenas un 28,6% de las mujeres. Una diferencia de casi 50 puntos que a finales de 2023 era de apenas de nueve puntos. Sin embargo, tras un final de siglo XX en el que la desigualdad se redujo rápidamente, llevamos algo más de una década en la que la brecha de género se cierra a paso de tortuga. 

"En los años 70 empieza la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, pero llega un punto en el que no hemos conseguido seguir cerrando la brecha", reflexiona Lucía Gorjón. Para la investigadora, la inercia, la segregación y el cuidado de los hijos siguen siendo los sospechosos habituales que explican el mantenimiento de las diferencias. 

Por ello, las soluciones que propone para atajar la brecha que todavía persiste van enfocadas a atajar estas cuestiones. En primer lugar, Gorjón plantea que la educación entre 0 y 2 años sea gratuita y universal. Así, se facilitaría que ninguno de los dos progenitores tenga que reducir su jornada laboral para dedicarse a los cuidados en esta etapa tan sensible. Otra política es visibilizar a hombres que se hacen cargo de los cuidados para fomentar que otros varones se impliquen más. "Hay experimentos que demuestran que si otro hombre ve a su hijo cuidando, se le quita un poquito la vergüenza", sostiene.

La investigadora plantea también que hay que trabajar en atajar esa visión que todavía hoy existe, aunque sea inconscientemente, de que hay trabajos de hombres y trabajos de mujeres. Aquí, una política clave es combatir la denominada "ansiedad matemática", la falta de confianza para formarse en esta materia que afecta más a las mujeres que a los hombres. 

Además, en el frente legislativo, Gorjón plantea revisar la normativa laboral para combatir la parcialidad involuntaria, que es mayoritaria en España. "Con la reforma laboral se entendió que, por defecto, todos los contratos iban a ser indefinidos. Una política similar que apunte a la jornada completa frente a la parcial podría beneficiar a todas estas mujeres", defiende la investigadora. 

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