Sònia Guerra Diputada, portavoz de Derechos Sociales del Grupo Parlamentario Socialista y Secretaria de Políticas Feministas del PSC
OPINIÓN

Contra el odio

  • "No es fácil sobrevivir cuando no eres el sujeto político normativo", explica la autora.
Asistentes disfrutan en la manifestación por el Orgullo LGTBIQ+, a 9 de julio de 2022, en Madrid (España).
Asistentes disfrutan en la manifestación por el Orgullo LGTBIQ+, a 9 de julio de 2022, en Madrid (España).
Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
Asistentes disfrutan en la manifestación por el Orgullo LGTBIQ+, a 9 de julio de 2022, en Madrid (España).

Hace unas semanas tuvo lugar en el Congreso la presentación del Pacto Social frente a los discursos de odio, un documento que cuenta con el apoyo de decenas de entidades de la sociedad civil que representan a personas que en un momento u otro de sus vidas se han sentido discriminadas, injuriadas y/o agredidas.

Las experiencias de esas personas muestran que no es fácil sobrevivir cuando no eres el sujeto político normativo. Dicho de otra manera, cuando no formas parte de la supremacía blanca. Aquella que intentó ocupar el Capitolio tras la victoria de Biden o la que vociferaba a los cuerpos de seguridad que defendían la sede del PSOE frente al acoso. La misma supremacía blanca que comete la mayoría de delitos de odio: 8 de cada 10 detenidos son hombres, blancos, con una edad comprendida entre los 26 y los 40 años.

Son ellos, los sujetos normativos, los que establecen la otredad, el otro de Foucault, el diferente; pero su objetivo no es reconocer al diferente, puesto que significaría reconocer la diversidad de nuestra sociedad, sino apuntarle para estigmatizarle y deshumanizarle. A partir de ahí se establece la disyunción: o ellos o nosotros.

Lamentablemente, la línea que separa los delitos y los discursos de odio es muy fina, por ello es importante que desde las instituciones públicas seamos responsables, porque el ruido y los discursos de odio legitiman los delitos de odio, y últimamente hay demasiado ruido.

Los delitos por aporofobia, el odio al pobre, se han incrementado un 70% en nuestro país y los realizados contra personas de etnia gitana han crecido un 22,2%. Ambos delitos fueron incorporados en nuestro Código Penal en la legislatura pasada a iniciativa del Grupo Socialista. Por otra parte, los principales delitos de odio son por racismo y xenofobia, y por orientación sexual y expresión de género.

Es importante que desde las instituciones públicas seamos responsables, porque el ruido y los discursos de odio legitiman los delitos de odio, y últimamente hay demasiado ruido

El Pacto Social frente a los discursos de odio es una oportunidad para que se respeten los derechos humanos de todas las personas, independientemente de su sexo, edad, orientación sexual, expresión de género, origen, religión, clase social o capacidad. Por eso, los y las socialistas hemos impulsado una subcomisión parlamentaria con el objetivo de elaborar una estrategia para combatir los discursos de odio y establecer medidas de protección a las víctimas. Porque contra el odio no existe el término medio aristotélico, o se combate o se legitima, y los y las socialistas sabemos en qué lado estamos. 

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