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Nicolás González Casares: "Las semanas de Estrasburgo son como un 'gran hermano', se trabaja con más intensidad"

Nicolás González Casares, en el Parlamento Europeo.
Nicolás González Casares, en el Parlamento Europeo.
Eric VIDAL
Nicolás González Casares, en el Parlamento Europeo.

Nicolás González Casares (A Coruña, 1972) recibe a 20minutos bien pronto por la mañana, un martes casi cualquiera en Bruselas. Acaba de volver de un tour por Galicia en forma de una campaña electoral que terminó en los comicios del 18-F, pero el eurodiputado socialista no nota demasiado el cansancio mientras charla con varios jóvenes con un café delante en la sede del Parlamento Europeo en la capital belga. De rostro tranquilo, González Casares habla pausado y se quita importancia, pese a que sus jornadas llevan cinco años siendo completísimas, a veces incluso caóticas. "Lo llevo bien", dice sobre el posible estrés cuando la legislatura llega a su fin. Y sonríe.

"Hemos hecho un trabajo bastante importante, serio, y que se va a reconocer no solo ahora, sino sobre el que va que va a haber una perspectiva en los próximos años, una imagen de que se hizo un buen trabajo y que hay cosas que se hicieron bien", dice para reivindicar el papel del Parlamento Europeo. La aventura de Nicolás González Casares en Bruselas empezó en 2019, y desde que aterrizó no ha parado, pues ha estado a cargo de los dos grandes temas de la legislatura: la Salud, con la pandemia de Covid; y la energía, clave en las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.

En ese contexto de policrisis, el eurodiputado recuerda las primeras semanas de la pandemia. "La agenda como tal de legislación se paró unos meses, pero luego enseguida arrancó de nuevo y ahí si hubo cierta fatiga porque encadenábamos unas siete u ocho reuniones seguidas", explica, pero saca la parte positiva de aquello: "Se pudo avanzar mucho, con mucha legislación", y viéndolo todo en perspectiva valora bien cómo se trabajó en aquellos momentos. No hay lamentos ni quejas. "Cuando llego aquí, yo que soy sanitario, ya venía enfocado un poco a transición energética, medio ambiente y algo de pesca. También mis intereses de Galicia, que yo creo que son campos de mucho interés. Y la salud también la veía", dice, por eso se puso manos a la obra.

González Casares, en un pleno en Estrasburgo.
González Casares, en un pleno en Estrasburgo.
Genevieve ENGEL

Además, González Casares abre un elemento importante que suele pasar algo desapercibido cuando se habla de los eurodiputados: la formación. Casi por inercia, él fue estudiando cosas nuevas y formándose más en los asuntos que le ocupaban, sobre todo durante las semanas del confinamiento. Al gallego se le ve a gusto con su trabajo, implicado y con un mensaje positivo de lo que es el Parlamento Europeo y de cómo puede evolucionar la UE. 

Que disfruta de su labor ya se ve en el hecho de que es madrugador. Nunca llega a la oficina más tarde de las nueve de la mañana, salvo que venga de algún evento también laboral; y el día puede alargarse "hasta las ocho de la tarde", aunque reconoce que si todo va normal puede 'desconectar' (no del todo) en torno a las siete. El día de esta entrevista tiene la agenda bastante llena: de una reunión de la comisión de ENVI, pasando por un evento de resucitación cardiopulmonar hasta una reunión sobre la directiva de productos farmacéuticos. De hecho, sobre las diez de la mañana, cuando camina hacia la salida de la cafetería, ya le suena el teléfono para que se dé prisa.

Lo que sí notas es, sobre todo en la época invernal, las noches, las pocas horas de luz

Ese ritmo en Bruselas tiene que compaginarlo también con una labor de 'pisar terreno', es decir, de desempeñar su trabajo de eurodiputado en su Estado miembro, España. Él de hecho va más allá y habla directamente de Galicia. "Creo que tiene que haber un balance, aunque a veces es difícil. Tenemos que llenar nosotros esa agenda cuando estamos en España, aprovechar los viajes para hacer visitas y para escuchar a la gente en el día a día", sostiene. Y saca una conclusión que, como dice el dicho, va en el puesto: "Tienes que intentar atender, en la medida de lo posible, todas las cosas que te llegan"

¿Y qué piensa González Casares de los desplazamientos a Estrasburgo para los plenos? "Estrasburgo me parece una ciudad preciosa", reconoce, pero se reivindica como un eurodiputado defensor "de la sede única", sea en la ciudad francesa o en Bruselas. "No tengo ni filias ni fobias, prefiero siempre una sede única porque tener dos provoca que se pierda tiempo y que genere distorsiones en el trabajo". Es rotundo en este sentido: "La semana de Estrasburgo es mucho peor que una semana en Bruselas", y la define como "un gran hermano", es decir, una gran concentración de toda la institución. Esto provoca que se trabaje, dice el gallego, "con mucha más intensidad y con menos tiempo" de margen para tomar decisiones o abordar los temas

El foco sobre la UE ha ido creciendo con el paso del tiempo, sobre todo en esta legislatura, pero González Casares matiza las diferencias que puede haber con la política nacional. Reconoce que en Bruselas "tienes más libertad" pero ese foco depende también de tus responsabilidades como eurodiputado. Sí defiende que en el Parlamento Europeo "está mal vista" la confrontación y hay "más cultura de debate" porque "el diálogo y la negociación tienen que ser constantes". Bien lo sabe él, que apenas ha tenido tiempo para conocer bien la ciudad, aunque reconoce que le gusta salir a cenar de vez en cuando. "Me gustaría hacer mucha más vida fuera del Parlamento", asume, y recuerda que aprovechó mucho la ciudad "en las salidas permitidas durante la pandemia". Por eso, dice, la Bruselas que ha visto es una Bruselas "vacía".

"Los días se hacen muy cortos, sales de aquí y es de noche", explica el eurodiputado, al que como buen gallego no le afecta la lluvia. "Lo que sí notas es, sobre todo en la época invernal, las noches, las pocas horas de luz", cuenta, en una frase que pronuncian casi todos los expatriados con los que se habla por la capital comunitaria. Y entre españoles anda el juego en unas jornadas que se alejaban bastante del debate bronco; pero ahora, sobre todo en el caso de España eso también ha cambiado, reconoce González Casares, que cita por ejemplo el tema de la ley de amnistía, pero no solo: también vio ese choque izquierda-derecha con el fondo de recuperación pospandemia.

En cambio, él está a gusto con su trabajo, en el Parlamento Europeo y en Bruselas. Y claro, ha tenido tiempo para algunas anécdotas simpáticas. Nos revela una de ellas. "Cuando estábamos terminando el trílogo sobre las energías renovables eran ya las tantas de la madrugada yo tenía algo de frío, porque al final en la sala te destemplas", recuerda. "En un impass decido ir al ropero y ponerme el abrigo, y en ese momento todo el mundo pensó que no íbamos a acabar las conversaciones porque yo me iba", así que se pusieron las pilas. "Se aceleró todo al verme a mí, que tenía frío, abrigarme", rememora.

Tres preguntas a Nicolás González Casares...

Un eurodiputado o eurodiputada de otro grupo con quien tengas buena relación...Negocio mucho con Dolors Montserrat (PP), por ejemplo, pero quizá con el que más afinidad tengo es, también por cuestiones de proximidad, que es casi vecino mío, es Adrián Vázquez (Cs). Con él tengo una relación más cercana.

Un libro...'Europa, una historia personal', de Timothy Garton Nash. Tiene algo en común con algunos de estos últimos de Guillermo Altares. Está muy bien.

Una serie o una película...La que acabo de terminar, es muy tétrica, que es 'Fargo' y es muy dura. También acabo de ver 'La sociedad de la nieve', que me ha encantado.

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