La ha liado parda el Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Para celebrar San Valentín diseñó con inteligencia artificial una campaña en redes sociales. Son postales que ilustran un paisaje de cada espacio natural protegido, relacionándolo con el amor y rematándolo con un verso. Lo de rematar es literal porque el resultado no ha podido ser más desastroso.

En Sierra Nevada sale un precioso abetal alpino, inexistente en Granada, acompañado del pareado «Si en Sierra Nevada vemos a una cabra montés, será que estaré contigo estés donde estés». Otro: «El águila real de Monfragüe es majestuosa cuando vuela libre, pero no tanto como tú, cuando haces que mi corazón vibre», ripio inmortal salvo porque retrata a un buitre leonado. Un tercero: «Quisiera ser un lince de Doñana para robar toda tu atención esta mañana», donde el susodicho felino ostenta una larga cola de guepardo, quizá para adaptarse al nuevo paisaje de sabana desértica del parque.

Si buscaban hacer ruido lo han conseguido, porque la bronca y el cachondeo se han extendido por las redes cual vertido de pellets. Si esto es inteligencia artificial, que venga Félix Rodríguez de la Fuente y lo vea. Los ilustradores de naturaleza critican que un organismo estatal no cuente con ellos y los sustituya por una herramienta digital que trata burdamente de imitar su estilo.

Algunos amenazan con denunciarlo judicialmente por vulnerar los derechos de autor. Otros, más irónicos, defienden seguir aferrados a lo que con humildad de artistas denominan Torpeza Natural (TN), antítesis de esa supuesta Inteligencia Artificial (IA) reconvertida en Estupidez Artificial (EA). Los poetas prefieren no pronunciarse, negando que tales églogas infantiles sean poesía.