No es solo fútbol: por qué la marcha de Mbappé es un problema para Macron

Mbappé y Macron
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EFE
Mbappé y Macron

En la vida hacen falta referentes, para los niños y para los mayores. Y en la política sucede lo mismo. Que se lo pregunten si no a Emmanuel Macron, que ha convertido -o había- a Kylian Mbappé en una especie de protegido porque entendía que quien ahora es para muchos el mejor futbolista del mundo es un elemento clave para el poder blando de Francia: era una estrategia humana, pero también estratégica como una manera de posicionar al país en el mundo a través del deporte. Ahora que la estrella ha decidido abandonar el PSG en verano (después de muchos años de culebrón) al presidente galo se le abre un problema con el que quizás no contaba. 

Las formas del anuncio han sido las normales, pero para Macron esto sucede en un momento en el que su figura como líder está casi más tocada que nunca, con índices de aprobación bajísimos, los sondeos en contra, un auge importante de la derecha radical y agotando su último mandato casi arrastrando los pies, sin mayoría en la Asamblea Nacional y con más contras que pros. Por eso perder a Kylian parece la gota que ha colmado el vaso en el Elíseo. Todo en contra.

La realidad es que a la tercera ha ido la vencida para quienes quieren ver a Mbappé con otra camiseta, pero Macron había conseguido 'retenerle' en París ya en dos ocasiones. En 2022 se conoció que había mantenido conversaciones directas con el jugador para que siguiese en el PSG, justo cuando más cerca parecía de marcharse al Real Madrid. En 2023 sucedió lo mismo. "Voy a presionar para que siga", respondió el presidente francés en una entrevista sobre el futuro del '10' galo. El capitán de la selección francesa, campeón del mundo en Rusia y subcampeón en Qatar, tiene que jugar 'en su casa', al menos a ojos de la clase política.

David Gómez, analista de El Orden Mundial, explica a 20minutos que "alguien como Mbappé tiene muchísima influencia a nivel de poder blando porque es una de las figuras más reconocibles para Francia a nivel mundial" y el hecho de tenerle en el PSG "también potencia la proyección internacional de Francia". El deporte, dice Gómez, es uno de los elementos de poder blando más importantes "y en muchas ocasiones simboliza la superioridad de un país respecto a otros". Mbappé, por tanto, es un símbolo "de prestigio nacional" para los galos.

Para Macron ahora "va a ser mucho más difícil atraer nuevos inversores al fútbol francés", continúa Gómez y por ende también al país. Pero hay además un aspecto delicado y es "el futuro de Qatar dentro del PSG" porque el país también se había convertido en un socio de primera línea para Francia a través del fútbol, pero no solo en lo que se refiere al fútbol. Este deporte "siempre ha sido un elemento de poder geopolítico" y eso no se escapa tampoco en el caso Mbappé.

El fútbol se ha convertido en una pieza más en el juego geopolítico, y toda atracción es poca. Pasaba con Cristiano Ronaldo y Leo Messi cuando competían en la liga española, posicionada entonces para muchos como la mejor del mundo. Pasa ahora con Arabia Saudí desembolsando millones como si fueran golosinas para convertirse en un referente, lleno de cracks y con el dinero como vía para todo. ¿Y en Francia? Sin Mbappé a la Ligue 1 se le cae su activo más importante, y con ello el papel galo en el mapa futbolístico mundial se difumina muchísimo. Sí, la selección sigue estando en primera línea con Kylian a la cabeza, y parte como una de las favoritas para ganar la Eurocopa este verano. Pero poco más.

Con todo, es año también de Juegos Olímpicos en París. Desde el punto de vista de los eventos de alto nivel la cita olímpica es el culmen para los 10 años que hará Macron en el poder. Francia ha cosechado grandes éxitos deportivos en los últimos tiempos, no solo ganando un Mundial, sino también llegando a una final de Eurocopa y a otra, la más reciente, en la cita mundialista de hace casi dos años. Está ante la generación de oro -otra- de su fútbol, no solo con Mbappé, sino con otros nombres propios como Griezmann, pero también como Aurelien Tchoameni, Eduardo Camavinga o Ousmane Dembelé, algunos de los cuales por edad podrían estar en la lista de las olimpiadas.

Cuando se habla de la Unión Europea siempre aparece el concepto de poder blando. Es una potencia comercial, y está aprendiendo el lenguaje del poder (sobre todo con los últimos acontecimientos bélicos); pero no olvida la necesidad de usar el deporte para posicionarse en el mundo o de que las instituciones europeas empleen el fútbol como reclamo por ejemplo para llamar al voto, algo que adquiere especial importancia en este 2024, con las elecciones europeas a solo cuatro meses.

Francia se ha tomado siempre en serio el fútbol desde el punto de vista político, y la última prueba de esto se ha visto en torno a la Superliga. El Gobierno de Macron ha recabado el apoyo de la Unión Europea para una declaración conjunta de los países miembros, que trataría de garantizar un "vínculo entre el rendimiento anual en las competiciones nacionales y todas las competiciones europeas", según adelantó Politico Europe. Esto pretende enterrar la iniciativa lanzada entre otros por el Real Madrid, pero que cuenta con el apoyo también del Barcelona o del propio PSG.

De esta forma, Macron insta ahora a la Comisión Europea a que elabore una legislación que consolide ese vínculo. El lenguaje que relaciona el rendimiento nacional y la clasificación internacional en el memorando francés va más allá que cualquier declaración anterior de la UE, que nunca antes se había dirigido tan explícitamente sobre la Superliga. Ese debate sigue abierto, y es una muestra más de cómo el fútbol puede ser -y es- también un elemento de tipo político.

Ese 'proteccionismo' -salvando las distancias- por el que aboga Macron contrasta por otro lado con el hecho de que el principal pilar del fútbol francés, el PSG, lleve años controlado por un estado como Qatar, que ha estado en el foco incluso por haber introducido sus tentáculos hasta los más hondo por ejemplo del Parlamento Europeo. Ahora ni los jeques ni el Elíseo han sido capaces de convencer a Mbappé de que no hay mejor sitio que París ni mejor motivo que los petrodólares. Respecto a la Superliga precisamente el único país de la UE que no ha firmado la petición gala ha sido España, que quizá además sea el destino del astro para vestir la camiseta del Real Madrid, en una muestra de que el poder blando también cambia de manos.

Macron está quizá en la posición más delicada desde que es presidente, con las encuestas muy en contra incluso pese al hecho de que no puede repetir mandato en 2027. Precisamente las elecciones europeas serán la primera prueba no tanto para Macron, sino para su proyecto político a futuro. Marine Le Pen lidera los sondeos, y desde el flanco liberal se agarran a lo que sea para remontar el vuelo. Hasta ahora podían hacerlo también a los goles de un Kylian Mbappé que ahora los marcará con otra camiseta... para desdicha de Francia. También desde el punto de vista político y estratégico.

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