El asesinato a sangre fría de dos guardias civiles en el puerto de Barbate por una narcolancha es un hecho ya en sí mismo gravísimo, pero es que además pone al descubierto las inaceptables condiciones con las que tienen que trabajar los que nos protegen de la barbarie.

¿Cómo es posible que todas las patrulleras del Servicio Marítimo estuvieran inoperativas?, ¿cómo es posible que se llamara al GEAS, un grupo que no está especializado en el narcotráfico, sino en rescates?, ¿cómo es posible que se les ordenara que entraran en el agua con una pequeña zodiac, cuando las narcolanchas son potentísimas e intimidantes?

¿Cómo es posible que, siendo el sur de España unos de los territorios europeos más deseados por el narcotráfico mundial, se ordenase el desmantelamiento del Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico, OCON Sur, una unidad de élite contra el narco?

Hay demasiadas preguntas sin respuesta, y es un auténtico escándalo que no haya habido todavía ceses y/o dimisiones. Es que te lo cuentan y no te lo crees: la Guardia Civil sin patrulleras operativas. ¿Se imaginan ustedes qué significa esto?

En Cádiz, por lo que cuentan los periodistas del lugar, todo el mundo sabía que, cuando el temporal aprieta, los narcos se refugian con sus narcolanchas, que están prohibidas por ley, en los puertos del lugar, como el fatídico de Barbate.

Sí, desde la Fiscalía, pasando por asociaciones mil, hasta la Guardia Civil y la Policía Nacional, temían que algún día ocurriera lo peor y lo advertían. Y lo peor ocurrió el viernes pasado. Todo el mundo también sabe que el narco con su dinero manchado de sangre se infiltra hasta en las mejores sociedades y las corrompe.

 ¿Cómo debemos analizar los vítores que algunos proferían a los asesinos de los dos guardias civiles mientras arremetían contra la zodiac? Me temo que lo que pasó en Barbate es la punta de un iceberg que se prefiere ignorar.