Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Escandalizamonjas

La víctima de los escandalizamonjas
La víctima de los escandalizamonjas.
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La víctima de los escandalizamonjas

La forma ya no siempre es el mensaje. Hace tiempo que hemos superado eso, pero así como la cabra tira al monte, la falta de talento tira al tópico. El sistema es sencillo: se expone una obra mediocre y presuntamente escandalosa. En cuanto alguien emite una crítica, los autores y defensores de la obra se colocan en el papel de víctimas y desde esa atalaya ideológica tratan de mover las piezas del forzado debate a su antojo.

Las víctimas, en realidad, somos el resto. Los que tenemos que padecer la falta de ingenio vendida como transgresión, la vulgaridad insufrible y los debates de un centímetro de profundidad que no terminan en nada. Podemos soportar una estúpida canción más, podemos aguantar otro concurso hortera y fingir que nos importa algo. No pasa nada, tenemos el cuerpo inmunizado para la canción del verano, Benidorm, Eurovisión y la madre que los parió a todos. Lo que no podemos aguantar es una moralina barata de tres al cuarto emitida por el más tonto de la clase.

Herodoto, el historiador griego, ya hablaba de la decadencia cultural de su pueblo y ponía en duda algunas tradiciones. Al llamado padre de la historia le sorprendía que las representaciones físicas de los dioses de otros pueblos que no eran el suyo se parecieran tanto a los habitantes de esos pueblos. Herodoto pasó a la historia como uno de los primeros observadores del relativismo cultural. Seguimos pedaleando en lo mismo.

Transgredir es otra cosa. Los artistas de verdad se rebelan contra lo que son. Practican la contradicción y se niegan a sí mismos.

El sistema constitucional es muy cómodo para los escandalizamonjas porque siempre hay una institución de un partido contrario al tuyo contra la que combatir. Si no es el ayuntamiento, será la provincia, la comunidad autónoma o el país entero. Este es un chollo para los presuntos transgresores de la nada, que pueden hacer una criba y elegir a quién provocar según la coyuntura institucional. También pueden hacerse el loco cuando los que los apoyan incumplen, mienten, se bajan los pantalones o se juntan con lo más rancio del arco parlamentario.

Transgredir es otra cosa. Los artistas de verdad se rebelan contra lo que son. Practican la contradicción y se niegan a sí mismos. Dejo aquí algunas ideas que serían muy transgresoras: el silencio en torno a la droga y a dónde nos lleva si estiramos del hilo, la asunción del concepto de “planeta” como dios barato, la ocultación del hambre en el mundo, la concentración del poder, el exceso de corrección, el puritanismo y cómo los extremos ideológicos se tocan y se parecen tanto. Transgredan ahí, señores escandalizamonjas, si tienen talento y valor.

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