A estas alturas de la vida, y basta con echar un vistazo al percal, hay que ser muy iluso para creerse aquello de la división de poderes. Baste el ejemplo diario del presidente Pedro Sánchez, vaciando el Código Penal y drenando de argumentos las sentencias contra el procés al gusto del independentismo, que para eso lo mantiene en el poder.
¿El problema es la sedición? Delito eliminado y listo. ¿La malversación? Si el acusado no se ha forrado, está mal pero menos. ¿Y el terrorismo? No es para tanto si no se violan derechos humanos.
Luego, el ministro Bolaños pide respeto para la labor de los jueces y defiende su poder judicial, una línea roja que el Gobierno no se atrevería a cruzar. Será una broma.
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