Helena Resano Periodista
OPINIÓN

¿Qué está pasando?

Un chica con la cara y los labios pintados durante las manifestaciones del 8M en Málaga (Andalucía, España).
Un chica con la cara y los labios pintados durante las manifestaciones del 8M en Málaga (Andalucía, España).
Álex Zea / Europa Press
Un chica con la cara y los labios pintados durante las manifestaciones del 8M en Málaga (Andalucía, España).

Si lo de aquí nos parecía preocupante, los datos de Francia son para echarse las manos a la cabeza. Resulta que allí los hombres también se sienten amenazados por el avance de los derechos de la mujer. Que se impulsen políticas de igualdad lo sienten como una amenaza y como un retroceso en sus privilegios. El porcentaje de los que dicen que el feminismo les ha perjudicado es menor que en España, ronda el 37% frente a más del 44% de aquí, pero ojo, porque cuando empiezas a desgranar los datos y las respuestas que han dado a esa encuesta realizada por un instituto oficial hacen que te cuestiones qué es lo que está pasando, cómo podemos estar en pleno 2024 conviviendo con hombres que dicen que la mujer tiene que seguir en casa, cocinando y cuidando de la familia.

La mitad de los encuestados lo ve así. Apuestan por volver a meternos en los hogares para ser únicamente amas de casa. Sin elección, sin que sea algo decidido en pareja, aceptado, pactado. No. Ellas a ocuparse de las tareas domésticas y ellos a llevar el sueldo a casa, como norma, como estilo de vida. Seguimos viviendo en sociedades mayoritariamente machistas, a pesar de las políticas que se han impulsado. Así que la pregunta, obligada, urgente, que hay que plantearse es: ¿Qué está pasando? ¿Por qué especialmente entre los más jóvenes se percibe que ellos están perdiendo derechos conforme nosotras los ganamos? ¿Por qué uno de cada 5 encuestados en Francia dice que le parece normal que un hombre, con mismo cargo, misma responsabilidad, mismo horario, cobre más que una mujer? ¡Normal!

Está claro que hay que poner un esfuerzo extra en cómo estamos educando a nuestros hijos. A nuestros hijos, a los chicos. Porque a nuestras hijas ya les damos las herramientas para que puedan soñar y volar alto. Y ellas aceptan el reto, lo asumen. Se esfuerzan, sueñan, se empeñan en luchar por un futuro prometedor. Pero luego no podemos lanzarlas a una sociedad en la que la mitad de los hombres las quieren de nuevo en casa, cocinando y cuidando de los hijos, como hicieron sus abuelas. No podemos romper ese sueño por un machismo que se empeña en seguir resistiendo.

Hay mensajes que calan entre los más jóvenes. Esos que dicen que ellos tienen peores oportunidades que las que tuvieron sus padres. Se ven y se escuchan sobre todo en redes y en determinados discursos, también de un feminismo mal entendido, ojo. Y de hombres que se declaran abiertamente feministas en sus palabras, pero no en sus hechos. Hay tantos de estos, tantos… Y ahí es donde encuentras parte de la trampa. Hombres absolutamente acomplejados, incapaces de aceptar que, a más talento, a más personas cualificadas, mejores oportunidades para todos. Para ellos y para ellas. Si se trata de que todos, vosotros y nosotras, vayamos a mejor. No hay otra.

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