Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

Amalec

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Europa Press
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Siempre se dijo que el dios de Israel en el Antiguo Testamento, Yahvé, era un dios celoso. Es peor que eso. Es un tipo quisquilloso, vengativo, rencoroso, extraordinariamente cruel, caprichoso, autoritario y sin el menor respeto por la vida humana, ya sea la de sus protegidos –a los que trata fatal– o las vidas de los enemigos de estos.

Hablo, naturalmente, del personaje literario de Yahvé; su dimensión religiosa me interesa poco. Pero llama la atención que Yahvé, en el interminable éxodo de los israelitas desde Egipto hasta Canaán, ponga en su camino a numerosos pueblos que les hostigan y combaten. Uno de ellos son los amalecitas, descendientes de Amalec, nieto de Esaú. El del plato de lentejas.

En nuestra memoria de niños de educación católica está que los principales enemigos de los israelitas eran los filisteos, es decir philistins, es decir palestinos. Pero a nadie parece detestar tanto Yahvé como a los molestos amalecitas. En diversos pasajes de la Biblia se les dedican frases terroríficas: "Borraré la memoria de Amalec de debajo del cielo", anuncia Yahvé en el libro del Éxodo. Lo mismo dice en el Deuteronomio, y añade: "No lo olvides". También en el Éxodo: "Porque alzó la mano contra el trono de Dios, habrá guerra del Eterno contra Amalec a través de las generaciones". Pero la peor de todas está en el libro de Samuel: "Ahora ve y hiere a Amalec, y destruye a hombres como a mujeres, a niño como a lactante, a buey y oveja, camello y asno".

Eso es exactamente lo que está pasando. Esto que digo no se trata de un hallazgo literario más o menos ingenioso: el propio Netanyahu ha citado a Amalec y a los amalecitas como justificación bíblica de lo que está pasando en Gaza. Van más de 25.000 muertos, el 80% de los cuales son mujeres y niños. Este hombre no se detendrá hasta "borrar la memoria de Amalec de debajo del cielo". Esa es su intención: Dios lo quiere. Vayamos haciéndonos a la idea. Nada lo detendrá. 

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