Nerea Basterra Responsable de Ciudadanía y Participación de Oxfam Intermón
OPINIÓN

Desigualdad S.A.

Los trabajadores también aprecian las diferencias entre los ricos de siempre y los nuevos ricos. Mientras que los primeros, son amistosos con todo el mundo, los segundos se sienten más exclusivos y solo quieren relacionarse con gente como ellos mismos.
Crecen las fortunas de los cinco milmillonarios más ricos del mundo.
Pixabay/Kredite
Los trabajadores también aprecian las diferencias entre los ricos de siempre y los nuevos ricos. Mientras que los primeros, son amistosos con todo el mundo, los segundos se sienten más exclusivos y solo quieren relacionarse con gente como ellos mismos.

Según datos de noviembre de 2023, la riqueza conjunta de los cinco milmillonarios más ricos (Elon Musk, Bernard Arnault y familia, Jeff Bezos, Larry Ellison y Warren Buffet) se ha duplicado con creces desde 2020, mientras que el 60 % de la humanidad (5.000 millones de personas) se ha empobrecido.

Alertamos desde hace años de que la desigualdad es una gran amenaza, pero nos hemos acostumbrado a ver cómo las grandes fortunas crecen hasta el punto de que vemos como algo normal que los ya ricos acaben beneficiándose en contextos de crisis.

Esta nueva normalidad no es fruto de circunstancias ajenas a nuestro control: la enorme concentración de poder corporativo se ha mostrado como una máquina implacable que contribuye a incrementar las desigualdades, permitiendo a las grandes empresas mantener sus beneficios y retribuir generosamente a sus accionistas y cuadros directivos mientras trasladan de forma automática la subida de costes derivada de la inflación a proveedores, clientes y familias.

Mientras pagar las hipotecas, llenar las neveras o poder poner la calefacción estén en riesgo, nos va a tocar seguir señalando a este poder empresarial desbocado y lo injusta que es la concentración extrema de la riqueza en manos de unos pocos.

Y también nos toca recordarles a los gobiernos que tienen el deber de poner en marcha medidas que promuevan un reparto equitativo de beneficios, que reduzcan la desigualdad salarial o que aseguren que las grandes fortunas y corporaciones tributen de manera justa por las ganancias que obtienen.

Estas medidas, entre otras, pueden empujar hacia un nuevo paradigma de empresa que contribuya a una sociedad más justa y sostenible.

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