OPINIÓN

La monarquía danesa comulga con su pueblo en la proclamación de Federico X

Federico X de Dinamarca y la reina Mary saludan desde el balcón del palacio de Christiansborg tras ser proclamados reyes.
Federico X de Dinamarca y la reina Mary saludan desde el balcón del palacio de Christiansborg tras ser proclamados reyes.
AP / Lapresse
Federico X de Dinamarca y la reina Mary saludan desde el balcón del palacio de Christiansborg tras ser proclamados reyes.

Con la población de Copenhague en masa en las calles para un día de fiesta popular, cantos y alegría, la abdicación de Margarita II ha supuesto un auténtico baño de masas para la saludable monarquía danesa. Un día de emoción para una ceremonia sencilla, pero no carente de belleza y de elegancia, en la que la casa de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg ha renovado su viejo pacto con su pueblo. 

Todo ello con gran presencia de los símbolos identitarios de la casa de Dinamarca, miles de banderas, la vistosa guardia de húsares a caballo y ya la reina saliente llegando en plena majestad al palacio de Christianborg, en una sencilla carroza tirada por ocho caballos blancos, para ya abdicada regresar en coche cerrado a su palacio de Amalienborg. 

No hubo tiaras, grandes joyas, actos religiosos o signos de ostentación, para enfatizar la importancia de la brevísima ceremonia civil y no restar protagonismo al gran momento de la proclamación del nuevo rey desde el balcón de Christianborg. Todo un crescendo de viva emoción con la primera ministra orgullosa y entregada arengando al pueblo, el nuevo rey simpático, seductor y entregado a las lágrimas, la nueva reina muy cómplice con su esposo (no faltó un inesperado beso) y una familia real que muestra unidad, afecto y compromiso. 

Buenos augurios para un reinado que ayer desprendía una calidez que contrasta con el, a momentos, frío hieratismo de la casa de España. Atrás parecen quedar los rumores de infidelidades de Federico, Mary Donaldson ha mostrado su fina elegancia en su traje inmaculado del que prendía la orden dinástica con el retrato de su esposo, vimos al ahora príncipe heredero, Christian, alegre y curioso, y acaso solo se apreció una nube de sombra en la extraña ausencia de la familia del príncipe Joaquín, hermano del nuevo rey.

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