OPINIÓN

Las urnas inflamadas

Hombre introduciendo el voto en la urna
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Hombre introduciendo el voto en la urna

En la actual política ya no existen los 'años valle', esos en los que no había convocatorias electorales y discurrían con aquel relativo sosiego en la esfera pública del que no se volvió a saber. El 2024 que acabamos de estrenar, además, acumula varias citas con las urnas en su calendario que superan, con creces, la dimensión del marco de su convocatoria. Gallegas, vascas, europeas y, muy posiblemente, catalanas marcarán no solo la composición de sus respectivos parlamentos, sino el ritmo cardíaco de La Moncloa y la capacidad de movimientos del nuevo Consejo de Ministros.

La provocadora despedida del año que decenas de exaltados de extrema derecha montaron en Ferraz jaleando el apaleamiento de un muñeco de Pedro Sánchez es más que un síntoma. Si nuestra politizada judicatura lo tipifica como delito de odio tras las denuncias socialistas y, finalmente, procede sanción o castigo para los convocantes no será lo más relevante.

Lo verdaderamente grave es que la percepción de nuestros dirigentes como usurpadores del poder que llevan alimentando PP y Vox desde las últimas elecciones generales sigue creciendo y, con ella, la inflamación de las calles y la destrucción de la convivencia.

Lejos del apaciguamiento que debería habernos traído el pasado julio la resolución de la contienda Sánchez-Feijóo, los próximos doce meses llegan para cebar su constante disputa. La primera cita, la de las autonómicas gallegas, ya ha sido convenientemente adelantada por Alfonso Rueda al 18 de febrero para que una posible nueva victoria del PP en la autonomía renueve de suministros al antisanchismo.

Si en Galicia, su tierra, Feijóo busca saborear el triunfo que le negó el 23-J, en Euskadi se juega parte de sus opciones de futuro según cómo se resuelva la pugna PNV-Bildu. El líder del PP ha hecho saltar por los aires los históricos puentes que los nacionalistas vascos han tendido sabiamente hacia populares o socialistas en Madrid por sus alianzas con la extrema derecha de Vox. En Génova pretenden vengarse de los jetzales intentando arrebatarles parte de su conservador electorado molesto con el supuesto entreguismo a Sánchez y jugar la baza de su insólita debilidad ante el empuje de la izquierda abertzale.

La posible reedición de un nuevo ejecutivo del PNV con apoyo de los socialistas, sin embargo, amarraría aún más la relación de Ajuria Enea con Moncloa y mantendría la distancia de Feijóo con los de Ortuzar, aunque el previsible crecimiento de Bildu le siga facilitando munición contra Sánchez ante posibles acuerdos en el parlamento de Vitoria.

Con todo, la cita más crucial es la de junio. Estas próximas elecciones europeas se presentan como la puerta de entrada de la extrema derecha en las instituciones de Bruselas y, si llega a abrirse, un histórico empuje hacia su normalización como aliados de conservadores y liberales en cualquiera de los países miembros. Entre ellos, España, que, con Feijóo al frente, ya ha dado paso a Vox en los gobiernos de autonomías y ayuntamientos.

Manfred Weber, el líder de los populares europeos, apuesta abiertamente por caminar de la mano de los ultras a su derecha, como quiso señalar Pedro Sánchez en su última intervención en el hemiciclo de Estrasburgo durante el debate provocado allí por el PP sobre la Ley de Amnistía. 

El presidente español pretendió erigirse, con su Gobierno, en el baluarte europeo de defensa contra el extremismo de derechas y no son pocos los analistas que ya resumen el alcance de los comicios en la disputa Weber-Sánchez. De cómo resulte ésta dependerán, en buena medida, las esperanzas de Feijóo en su largo camino a La Moncloa.

Si Perè Aragonés también adelanta sus comicios y cita a los catalanes antes de fin de año no habrá respiro en la política de 2024. Ánimo, pues, y tomémonos el año con ganas, que viene con mucha tela que cortar.

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