Hace unos cuantos años, en el colegio de los Jesuitas de Tudela tuvo lugar la siguiente escena: un joven alumno, de apellido Mirazo, se acercó al Padre Larrañaga y le preguntó si era cierto que los niños que llevaban tirantes no crecían. Aquella afirmación, al parecer, procedía del padre Pacho. El padre Larrañaga, poco sorprendido y algo desencantado, impuso su autoridad y respondió al pequeño con una frase mítica: "¡Qué sabrá el padre Pacho! ¡Qué sabrá el padre Pacho!".
Mi señor padre fue testigo de este pequeño acontecimiento y lo almacenó en algún rincón de su memoria infantil. Por misteriosos azares del destino y también por el insondable y peculiar funcionamiento de la mente que registró y guardó aquella historia, esa frase afloró muchos años después en forma de conjuro eficaz contra los que parecen saber mucho, se creen en posesión de la verdad o van de listillos.
Cualquier afirmación, explicación, teoría o idea que se expone en mi casa puede ser contrarrestada con esta frase que no admite réplica, prueba en contrario y que, por supuesto, agota vía administrativa. No digamos si el que habla sale por la tele, la radio o en algún vídeo de Internet. Qué sabrá el padre Pacho y a correr. Existen también algunas frases de menor nivel que sirven para poner en su sitio a otro tipo de pesados de menor calado y que son "qué más dará" o "qué sabrá ese". Mi padre pertenece, casi sin saberlo, a la escuela escéptica.
Cualquier afirmación, explicación, teoría o idea que se expone en mi casa puede ser contrarrestada con esta frase que no admite réplica, prueba en contrario y que, por supuesto, agota vía administrativa.
El escepticismo del padre Pacho hunde sus raíces en la antigua Grecia y también en la India. Jenófanes, Demócrito, Gorgias, Sócrates y Pirrón de Elis son algunos de sus máximos exponentes, aunque hay muchos más. Si lo analizamos en profundidad, el escepticismo de mi padre sería científico, estético y filosófico en la vertiente clásica, ya que mi padre sí que cree en algunas entidades, sobre todo en Dios y en su mujer.
Hoy es un día especial, ya que el fundador de la Escuela Escéptica del padre Pacho cumple años. Lo hace rodeado de su familia, con una vitalidad a prueba de bomba. Seguro que recibe algún regalo para, como dice él, hacerse el jovenzano y hablar con alguna garrilarga. Y cuando le pregunten los años que le caen, le digan que tiene que cuidarse y hacer esto y lo otro, ya sabemos lo que estará pensando. Qué sabrá el padre Pacho. Felicidades.
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