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Erosiones, úlceras, xerosis y eccemas: así son las lesiones de piel más comunes en personas con movilidad reducida

Una persona mayor es cuidada en la cama
Una persona mayor es cuidada en la cama
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Una persona mayor es cuidada en la cama

La discapacidad física con movilidad reducida puede dar lugar a desafíos adicionales que van más allá de la limitación de movimiento en sí misma. Una de las preocupaciones fundamentales es la vulnerabilidad de la piel ante las lesiones. Las personas con movilidad reducida a menudo experimentan una presión constante en áreas específicas del cuerpo debido a la falta de cambio de posición regular. Esta presión prolongada puede resultar en úlceras por presión, también conocidas como úlceras por decúbito o escaras. Estas lesiones en la piel pueden ser dolorosas y, en casos graves, pueden llevar a complicaciones médicas serias.

La prevención de las lesiones en la piel se vuelve crucial para aquellos con discapacidades de movilidad reducida. Estrategias como el cambio de posición regular, el uso de cojines y colchones especiales, y una atención cuidadosa a la higiene y cuidado de la piel son aspectos clave en la gestión de este riesgo. Además, la concientización sobre la importancia de estas medidas y la formación adecuada tanto para los individuos afectados como para sus cuidadores son fundamentales para garantizar un abordaje integral de la relación entre la discapacidad física y la salud de la piel.

La doctora Ana Pulido Pérez, trabaja como médico Adjunto del Servicio de Dermatología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Resolvemos con ella todas la dudas que giran alrededor sobre la lesiones de la piel en personas con movilidad reducida.

¿Cuáles son los riesgos dermatológicos específicos asociados con la discapacidad física?Las alteraciones de la movilidad constituyen un evidente factor de riesgo para la producción de lesiones de la piel y los tejidos blandos relacionadas con el descenso del aporte vascular local en áreas de presión prolongada. Además, implican una dificultad añadida para el autocuidado y un aumento del riesgo de caídas, factores que contribuirían a gran parte de las lesiones cutáneas frecuentemente observadas en estos pacientes.

¿Cómo se pueden mitigar?Favorecer los cambios posturales, disminuir la presión sobre las prominencias óseas y mantener la superficie cutánea correctamente hidratada, constituyen algunos de los pilares básicos del cuidado de la piel de estos pacientes.

¿Existen recomendaciones particulares de cuidado de la piel para personas con discapacidad física que tienen limitaciones de movimiento?Sí, en líneas generales deben seguirse unas recomendaciones sencillas que permitan mantener la piel de estos pacientes en las mejores condiciones. Se debe evitar el exceso de humedad en los espacios corporales de difícil acceso (hay que recordar el secado adecuado tras la higiene diaria) y recomendar productos emolientes de rápida absorción.

¿Cómo puede la falta de movilidad o posición prolongada afectar la salud de la piel y cuáles son las medidas preventivas que se pueden tomar?Existen factores físicos que condicionan gran parte de las lesiones, como la presión prolongada sobre las prominencias óseas y el riesgo de lesiones traumáticas en los desplazamientos voluntarios. Además, la dificultad para la administración de una parte de los productos de uso dermatológico habitual (aplicadores de envases o dispensadores técnicamente complicados, fórmulas emolientes excesivamente untuosas, áreas corporales no accesibles etc…) hace que la piel de estos pacientes se encuentre generalmente más seca y predispuesta para patologías derivadas de esta situación.

No es una cuestión baladí. ¿Cuánto se puede complicar una afección dermatológica?El riesgo de inflamación y/o ruptura de la superficie cutánea existe en cualquiera de las circunstancias descritas. Una vez que se produce el denominado “fracaso cutáneo agudo o crónico” existe riesgo de sobreinfección, dolor y una mayor limitación de la funcionalidad.

¿Hay afecciones dermatológicas específicas que son más comunes y recurrentes en personas con discapacidades físicas y que requieren una atención especial?Las erosiones, úlceras, xerosis y eccemas son algunos de los cuadros comúnmente observados.

¿Cuál es la importancia de la higiene cutánea y cómo puede verse afectada en personas con discapacidad física?La higiene diaria forma parte del cuidado esencial de la piel. La dificultad para realizar una higiene completa y la limitación en el secado adecuado de las áreas corporales difícilmente accesibles constituyen un factor de riesgo para el desarrollo de patología cutánea.

¿Qué productos de cuidado de la piel serían más apropiados para personas con discapacidad física, considerando posibles limitaciones en la aplicación? (Puede decir marcas, si así lo desea).Se debe optar por formulaciones de higiene sin jabón o SYNDET, productos exentos de perfume y emolientes (cremas hidratantes) de fácil aplicación y rápida absorción como lociones o emulsiones.

Para familias y cuidadores. ¿Cómo se puede identificar posibles problemas dermatológicos en una persona con discapacidad física que quizás no pueda expresar fácilmente molestias o incomodidades?Hay que prestar especial atención a aquellas áreas localizadas sobre las prominencias óseas y a las localizaciones donde generalmente se detecta una mayor humedad local, como el periné o los espacios interdigitales.

¿Hay estrategias o programas especiales de cuidado de la piel que recomendaría para mejorar la calidad de vida dermatológica en personas con discapacidades físicas?En el momento actual existe una importante motivación y concienciación sobre los problemas en la salud cutánea de las personas con necesidades físicas o intelectuales especiales. Visibilizar el impacto de la patología dermatológica en esta población resulta esencial desde los primeros años de vida. Los retos futuros pasan por adaptar los circuitos convencionales de atención y fomentar el uso de herramientas de cribado accesibles, con un uso responsable de los recursos de telemedicina y una eliminación total de las barreras físicas en el ámbito de nuestras consultas, donde una simple exploración corporal completa no suponga un reto difícil de superar para médico y paciente.

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