Hasta aquí ha llegado la presidencia española del Consejo: entre avances clave para la UE, un Sánchez crecido y poco foco mediático

Sánchez y Zelenski, en Granada el pasado mes de octubre.
Sánchez y Zelenski, en Granada el pasado mes de octubre.
EFE
Sánchez y Zelenski, en Granada el pasado mes de octubre.

Más de 60 trílogos y más de 200 expedientes aprobados. Ese es el balance numérico de la presidencia española del Consejo de la UE, que ya llega a su fin. El próximo 1 de enero España cede el testigo a Bélgica y deja atrás seis meses que se han convertido en una montaña rusa política para una ocasión que se repite una vez cada década, aproximadamente, y que ahora deja una sabor más dulce que amargo, sobre todo después de un final en el que la Unión ha sacado adelante medidas que parecían una quimera hasta hace no tanto. Pero el semestre español no ha sido ni mucho menos un paseo. ¿Cómo ha ido realmente la presidencia del Consejo? Esa pregunta tiene diferentes respuestas y, sobre todo, ha tenido diferentes tiempos.

Un inicio muy convulso

El 29 de mayo el ritmo político de España cambió por completo. Quedaba un mes para el inicio de la presidencia del Consejo y Pedro Sánchez convocaba elecciones para el 23 de julio, es decir, cuando el semestre europea tendría que empezar a coger carrerilla. El inicio por tanto fue muy convulso desde el punto de vista político y descafeinado desde la perspectiva mediática, por más que la preparación de la presidencia fuese concienzuda. Ahora, a toro pasado, para muchos fue irrelevante mientras que para otros se perdió un mes de presencia en la UE.

"Sánchez ha utilizado la presidencia para su propio interés, y lo hizo desde el principio con la convocatoria electoral", han repetido los partidos de la oposición durante estos meses. En el PSOE, en cambio, mantienen que todo siguió su curso y que en realidad el tiempo que se perdió tuvo más que ver con la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo. El Gobierno situó cuatro prioridades para el periodo de julio a diciembre, en un ejercicio de arbitraje y coordinación que no era fácil, pues se ha tratado de la última presidencia completa antes de las elecciones europeas del próximo junio.

Los ejes fueron: reindustrializar la UE, avanzar en la transición ecológica, la justicia social y económica y el refuerzo de la unidad europea, todos ellos unidos en un escenario marcado por la invasión rusa de Ucrania y sus estragos en la economía, una lista larga de reformas pendientes -algunas heredadas de años anteriores- y después por el conflicto entre Israel y Hamás. Y con todo eso, los primeros pasos de la presidencia fueron más lentos de lo esperado mientras España aclaraba su situación interna.

El día D: las cumbres de Granada

Pero pasado el verano llegaron las grandes fotos y un impulso importante de España en el mapa, aún sin la investidura aclarada. Las cumbres de Granada sumaron a la Comunidad Política Europea y al Consejo Europeo en un marco incomparable y además con la visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenksi. Más de medio centenar de líderes sentados en torno a una mesa larga en la que preparar el futuro de Europa. El relato estaba hecho y la presidencia española empezaba a tomar mucho cuerpo.

"Las cosas han salido bien y la imagen de España es motivo de orgullo. Estamos en el centro en una etapa clave para el mundo y eso es lo que cuenta", resumieron entonces fuentes de la presidencia del Consejo consultadas por 20minutos. Satisfacción fue la palabra tras dos días en Granada. Pero lo mismo sucedió hace año y me dio con la cumbre de la OTAN. Entonces la fotografía la encabezó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una resurrección de la Alianza que renovó su concepto estratégico y empezó a allanar el camino para la entrada de Suecia y Finlandia. España cogía mucha fuerza en el panorama internacional.

La batuta la llevó Pedro Sánchez cada vez que pudo, y puso a Granada como punto encuentro de distintas culturas. "Granada nos habla de eso: de convivencia", aseveró, sin dejar pasar la oportunidad de hablar de Federico García Lorca. El resto miraba con atención. "Hace 87 años, la voz de Lorca fue cruelmente silenciada cuando aún le quedaba una larga vida por delante. No llegó a ver en vida la Europa unida y en paz. Su obra, fue un canto de esperanza contra la violencia. Hoy, 4.000 km separan Granada y Kyiv. Y, sin embargo, también hasta aquí llegaron cientos de refugiados que huían de las bombas en Ucrania", sostuvo. Y es que de la ciudad nazarí no salieron grandes decisiones, pero sí una hoja de ruta mucho mejor dibujada.

Un trabajo de años... y mucha fontanería

Para el gran público llegó antes la imagen que las mil palabras, pero una presidencia del Consejo de la UE tiene que prepararse con mucho tiempo de antelación: "Unos dos años, más o menos", confirman fuentes consultadas por este medio. Y es que el trabajo técnico es ese que no se ve, pero sin el cual el semestre ni siquiera podría salir adelante: la preparación de informes, de trílogos, la herencia de presidencias anteriores en aquellos temas que se han quedado atascados, y sobre todo un conocimiento muy profundo de lo que son las instituciones europeas.

La clave para entenderlo todo está en saber que el papel de la presidencia del Consejo no consiste en imponer tu visión de las cosas, sino en conseguir que las visiones de todos converjan en una sola. "Puedes acabar votando como Estado miembro en contra de un acuerdo que has impulsado desde la presidencia", comentan. España, en estos seis meses, ha tenido que ser árbitro y jugador al mismo tiempo. Y para hacerlo bien "hay que saber de qué va este juego". La española, en cambio, era una presidencia con más prisas que otras. "La presidencia belga, que es la siguiente, es más corta porque en mayo empieza la campaña electoral, así que había temas que o cerrábamos nosotros o seguramente no se iban a cerrar a corto plazo", reconocen las fuentes. Y así avanzó el semestre, entre la exigencia y una agenda que iba a más.

Los debates nacionales ensombrecen el final

Pedro Sánchez se fue creciendo, sobre todo una vez investido, y también con el impulso del que pareció salir de Granada, pero Bruselas y Estrasburgo -además de la propia presidencia- se convirtieron también en un campo de batallas para las deudas nacionales. Especialmente en lo relativo a la ley de amnistía, primero con un debate a cara de perro en el Parlamento Europeo y después con una tardía comparecencia del presidente del Gobierno en la Eurocámara que acabó embarrada por su encontronazo con el líder del PPE, Manfred Weber. La oposición acusó al jefe del Ejecutivo de "vender la dignidad de España" mientras que él defendía que el país cuenta "con un Estado de Derecho robusto".

En el marco puramente del Consejo, asimismo, entró un debate que no todos entendieron: la oficialidad en la UE del catalán, el gallego y el euskera. Era una de las promesas de Sánchez a los partidos independentistas para que le dieran su sí a seguir en la Moncloa, y el encargo recayó en manos de un José Manuel Albares que no terminó de cerrar el círculo. Algunos socios dudaron del coste económico de la medida -pese a que Moncloa insistió en que todo se cargaría a las arcas españolas- e incluso de su viabilidad política, y Carles Puigdemont acabó acusando al Ejecutivo de no cumplir su palabra.

Un último mes de grandes acuerdos

Con todo, al final de una carrera puedes llegar fatigado o con la adrenalina por las nubes, y España eligió lo segundo en un último mes de presidencia rotatoria en el que se han acumulado los grandes acuerdos. Bajo la presidencia española se ha dado uno de los trílogos más largos que se recuerdan en la historia de la UE, el que sirvió para cerrar la pionera ley de Inteligencia Artificial. Asimismo, también se ha pactado la reforma del mercado eléctrico, abanderada especialmente por el Gobierno de Sánchez, así como la ley de Clima o la ley de restauración de la naturaleza.

Pero había dos imposibles que también llegaron casi sobre la bocina. El primero, el pacto migratorio. Era un tema tabú que casi nadie quería tocar desde el 2015, y que ha acabado con un acuerdo que para mucha gente es insuficiente, pero que sienta una base que antes la Unión no tenía. El otro gran paso ha sido el acuerdo de los 27 para la reforma de las reglas fiscales, con unas normas "mejor adaptadas a los tiempos" pero que tendrán que refrendarse durante la presidencia belga precisamente en las negociaciones entre Consejo, Comisión y Parlamento Europeo.

También Volodimir Zelenski puede quedar satisfecho de la presidencia española, pues este ha sido también el semestre en el que se ha dado luz verde al inicio de negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia; y se ha hecho pese al 'no' inicial del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que acabó siendo irrelevante porque no hizo uso de su voto en el momento en el que se decidía dar el paso. Fue una unanimidad a 26, porque Hungría no estaba representada en la sala; eso también sienta un precedente. Al final, los últimos coletazos de la presidencia española sirvieron, quién sabe, para compensar un arranque muy dudoso. Dentro de más o menos una década, llegará una nueva oportunidad.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento