Visto lo visto, no sé qué es más humillante para sus protagonistas y seguidores, la desaparición de Ciudadanos, causada por uno de los personajes más mediocres que ha producido la pasarela de las vanidades o la liquidación de los que iban a asaltar el cielo, es decir, Podemos.
Ya lo ven, ¿se acuerdan de lo que se llegó a decir sobre lo que significaba para los partidos clásicos, los de la transición, la irrupción de Ciudadanos por la derecha y de Podemos por la izquierda?, ¿se acuerdan? Aquello fue el Armagedón.
Parecía el fin del mundo: libros, tropecientos mil artículos, conferencias, tesis de final de carrera… bueno, un no parar. Y, todo hay que decirlo, estuvieron cerca de desbancar a los partidos clásicos, pero la inmadurez y ego de sus protagonistas ha acabado por hacerlos desaparecer totalmente en el caso de Rivera y casi en el de Iglesias.
Ahora, ¿qué deben pensar todos los que se los creyeron? Con todo, la nota, lo que se dice dar la nota, la han dado Irene Montero e Ione Belarra. Las dos no quisieron separar un acto de partido de un acto institucional y expresaron su malestar el día de su relevo como ministras.
Pero, fíjense, los que muy a menudo hablan de dignidad, no han roto con los que les han hecho la cama: los comunistas de toda la vida y, en vez de negociar como ha hecho ERC y Junts, se han acogido al griterío y poco más. ¡Qué cosas!, ¿verdad?
Los que acusaron día y noche a los políticos de la transición de gente sin dignidad, de vividores, de corruptos y que, además, les llamaron casta, ahora resulta que aguantan lo indecible con tal de seguir viviendo de la política, sí, justo de lo que ellos acusaban a los demás.
Llevo muchos años en el periodismo. Muchos, y les aseguro que me cuesta recordar tanta mediocridad y tontería. Los que van siempre con superioridad moral no saben corresponder a la esperanza que depositaron en ellos los más necesitados.
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