25 años como piloto de emergencias: "Antes eras un 'cowboy' que tenía que dominar el helicóptero y ahora es todo protocolo"

José Luis Iraola, a los mandos de un helicóptero de salvamento Airbus.
José Luis Iraola, a los mandos de un helicóptero de salvamento Airbus.
Airbus / Beatriz M Blancas
José Luis Iraola, a los mandos de un helicóptero de salvamento Airbus.

Un pequeño salto y se acomoda en la cabina. José Luis Iraola lleva un cuarto de siglo repitiendo esta acción una y otra vez desde que este donostiarra de 52 años se subió por primera vez en la cabina de un helicóptero en 1998. Por aquel entonces era agente de la Ertzaintza y su viejo sueño de pilotar un helicóptero se hizo realidad cuando pudo presentarse y aprobar una de las cuatro plazas de promoción interna para aprender a manejar estas aeronaves.

"Ese año que saqué yo la plaza, me acuerdo que a los que iban en mi coche al curro les tocó el gordo de la Lotería Nacional, cosas raras de esas que pasan, y a mí no me tocó, a mí me tocó el curso", recuerda Iraola, sentado en una silla bajo la cola de un helicóptero de Airbus en la feria internacional European Rotors, celebrada esta semana en Madrid.

Desde entonces, Iraola ha manejado helicópteros en todo tipo de misiones. Desde rescate en montaña y mar, intervenciones policiales, apagado de incendios hasta supervisión de líneas eléctricas y filmación civil. El helicóptero que está expuesto en la feria y que muestra con la soltura de haber trabajado en él decenas de ocasiones es un H145 de cinco palas de Airbus, utilizado para salvamento en Asturias y transporta habitualmente un equipo de cuatro personas: el piloto, un gruista, un médico y un rescatador.

"Imágenes buenas tienes muchas de gente que sacas, de sitios que sobrevuelas, paisajes... Hay momentos que estás ahí arriba y es flipante", relata el piloto, que también tiene un recuerdo marcado del que fue su peor momento, hace dos décadas. "Era un día de sol y moscas haciendo un trabajo policial que nos habían apartado de la zona y estábamos haciendo básicos y... Pues nada, levantar a estacionarios, giros... Aprovechamos el tiempo muerto, digamos, para entrenar un poquito y aquel día reventó una turbina, entró en vibraciones el helicóptero y vamos, los 15 minutos posteriores a haber aterrizado y antes de empezar a llamar a nadie, fueron... Especiales”.

Un helicóptero de salvamento Airbus H145 de 5 palas, durante un operativo en Asturias.
Un helicóptero de salvamento Airbus H145 de 5 palas, durante un operativo en Asturias.
Airbus / Bea Blancas

Seguridad y menor impacto medioambiental

Mucho ha evolucionado el sector desde los tiempos en los que un incidente como el relatado por Iraola podía llegar a suceder. En las últimas décadas, los helicópteros se han vuelto aparatos en los que prima la seguridad y que consumen menos combustible y generan mucho menos impacto acústico.

La feria realizada en el recinto ferial madrileño, Ifema, es el mayor evento aeronáutico de Europa centrado exclusivamente en la tecnología de despegue y aterrizaje vertical. Participan en ella más de 200 empresas del sector y las exposiciones desde este martes hasta el día 30 de noviembre, y se pueden ver una veintena de helicópteros encargados de trabajos aéreos como la lucha contra incendios forestales, emergencias sanitarias, rescate en mar y montaña, emergencias sanitarias, así como filmaciones y trabajos de cableado de alta tensión.

"El primer objetivo es siempre la seguridad", declara, sobre el desarrollo tecnológico en los últimos años, Fernando Lombo - director gerente de Airbus Helicopters España. Airbus el principal proveedor para las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Interior y absoluto dominador del sector en España donde casi 400 helicópteros de los cerca de 600 que vuelan actualmente han sido fabricados por esta empresa. "Se trabaja también en temas de performance, distancia, velocidad, pero se trabaja en tema ambiental y no solamente hablamos de emisiones, los últimos helicópteros, el 160 que hemos producido recientemente, tiene un 15%, menos consumo".

En 2007, Airbus inauguró su primera fábrica de helicópteros en España, ubicada en Albacete, en la que se fabrican todos los fuselajes traseros de toda la gama de helicópteros de la empresa y las partes central y delantera del nuevo NH90, cuya primera entrega para la Armada está prevista para el próximo año.

Pequeñas moscas en medio de un incendio

Desde que Iraola empezó a pilotar helicópteros, hace 25 años, su trabajo ha cambiado drásticamente, desde uno de gestión de vuelo, con innumerables controles y varillas que ir accionando durante el trayecto a otro, no menos sencillo, de gestión de una cabina con numerosos procesos automatizados y protocolos que cumplir para salvaguardar la seguridad.

"En esta pantalla tienes todo lo que necesitas para saber si estás al límite, no estás al límite, si te puedes pasar, no te puedes pasar…", explica el piloto vasco señalando el monitor. "Antiguamente, tú movías los mandos y tenías que estar chequeando constantemente por números, por agujas, por señales cómo estaban los parámetros de motor, tenías que jugar tú con los puños de gases como si fuera una moto, es como si antes fueras un cowboy y cogías el helicóptero y lo dominabas manualmente y hoy en día no, hoy en día te tienes que sentar y todo va muy protocolizado. Es otro concepto, es mucho más seguro y es como si el helicóptero fuera un compañero más".

Lo que no ha cambiado es el papel primordial que estas aeronaves tienen en misiones de rescate en alta montaña o en incendios, que, según admite Iraola, son cada vez más virulentos y difíciles de controlar.

"Hay tres componentes, viento fuerte racheado, con una humedad relativa baja y una vegetación combustible, que los convierten en una bomba hay veces que los helicópteros, si te fijas en los grandes incendios son como pequeñas moscas echando dedales de agua", describe gráficamente Iraola que, con todo, destaca la importancia de los helicópteros en las operaciones contra incendios. "Entre poder llegar en 10 o 15 minutos y hacer una valoración por tierra que llega en una hora hay una diferencia abismal y hay incendios a los que vas y dices ‘he apagado una hectárea’ parece nada, ¿no? Pero si valoras todo el entorno, el viento y la cantidad de masa que hay por delante por quemar, si le das media hora más es imposible controlar".

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