OPINIÓN

Pura empatía

Luis Mateo Díez, ganador del Premio Cervantes 2023.
Luis Mateo Díez, ganador del Premio Cervantes 2023.
EUROPA PRESS
Luis Mateo Díez, ganador del Premio Cervantes 2023.

La capacidad de Luis Mateo Díez para entender la dirección de una conversación es sorprendente, casi como si pudiera leer la mente de su interlocutor. Pero no se trata de telepatía, en realidad, sino de una conexión emocional profunda, de una asombrosa perspicacia para comprender las emociones de quienes le rodean. Alguna que otra vez lo visité en el Ayuntamiento de Madrid, en plena Plaza Mayor, donde él trabajaba entre legajos que luego se proyectaban en el atrezzo de sus novelas. En aquellos encuentros en alguna cafetería o bar de la plaza, en vez de hablar de su propia obra o sobre su rutina como escritor, que yo trataba de explorar como novelista primerizo, Luis Mateo siempre lograba dirigir la conversación hacia mis asuntos. A pesar de mis intentos por cambiar el rumbo de la charla, era su interés o atención hacia mí, el novato, lo que prevalecía. Al regresar a casa, mi novia me preguntaba: ¿Qué tal? Y yo le respondía desolado: "Solo hemos hablado de mis cosas". La empatía de Luis Mateo Díez era y es invencible y muy agradable.

Este rasgo esencial de su personalidad es fundamental, pienso, para entender su literatura. Al igual que los neorrealistas italianos que tanto admira, como Pavese y Pratolini, Luis Mateo es un novelista compasivo y tolerante con sus personajes. Su sabia capacidad para sumergirse en la psicología de sus interlocutores es clave para comprender su obra. Mediante una mirada compasiva, construye su mundo literario con un estilo inimitable que, con el tiempo, ha evolucionado desde cierto barroquismo inicial y natural —pero siempre narrativo— hacia una mayor concisión sin perder nunca la originalidad de su sintaxis.

Uno intuye que la serenidad y el sentido común de Luis Mateo son el resultado de un trabajo quizás arduo y lejano. En algún momento de su vida, debió de dominar una parte de sí mismo que podría haberlo conducido por un camino biográfico mucho más complicado. Como si hubiera canalizado todos sus demonios y desafíos personales en su obra literaria, dando vida a personajes que persiguen quimeras sin temor a la inevitable derrota, en un mundo invadido por mitos, anhelos, supersticiones y, en no pocas ocasiones, humor.

Hoy celebramos "Celama", su propio "Yoknapatawpha", que comenzó a construir con su novela El espíritu del páramo, y es un territorio ya mítico de nuestra literatura que ha sido visitado incluso por extraterrestres (en La soledad de los perdidos). También le debemos muchas satisfacciones y risas a esos primeros relatos que personalmente me ayudaron a nutrir mi vocación literaria. En esos cuentos encontramos a poetas perdidos e ilusionados en pos de modestos premios en pueblos olvidados, personajes que terminan en fiestas desenfrenadas, rotos y desolados, a menudo con un sacerdote estrafalario al fondo o abandonados por sus novias. En estos primeros relatos está el germen de una personalidad literaria única, que ha dado lugar a todo lo bueno que ha venido después, culminado en el impresionante edificio literario llamado "Celama", el cual sigue creciendo, y hoy sus lectores lo celebramos. ¡Felicidades, Luis Mateo!

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