OPINIÓN

Sentir vergüenza a lo Pablo Motos

Pablo Motos comentó: "Ahora cuando viaje y me pregunten diré que soy europeo porque no quiero decir que soy español".
Pablo Motos comentó: "Ahora cuando viaje y me pregunten diré que soy europeo porque no quiero decir que soy español".
Pablo Motos comentó: "Ahora cuando viaje y me pregunten diré que soy europeo porque no quiero decir que soy español".
Pablo Motos comentó: "Ahora cuando viaje y me pregunten diré que soy europeo porque no quiero decir que soy español".
Wochit

Hace unos días Pablo Motos soltó en El hormiguero que le daba vergüenza ser español. Fue a colación de los pactos por la investidura de Sánchez. "Probablemente si ahora viajara fuera y me preguntaran de dónde soy diría europeo porque no quiero decir que soy español, un lugar donde parece ser que hay presos políticos y por lo tanto este no es un sitio libre". En redes muchos le tacharon de facha, de cuñado y de llorica. Pero Pablo Motos tiene razón. En nuestro país no existen los presos políticos. Puigdemont no es un exiliado perseguido por sus ideales como los de la dictadura franquista. Es un señor que aprobó las leyes de desconexión que fracturaron el Parlament, que realizó un referéndum ilegal y declaró de forma unilateral la independencia de Cataluña. Y luego se fugó a Bruselas escondido en el maletero de un coche.

Hace mucho que en España no hay presos políticos porque tenemos una democracia bien sólida que protege el librepensamiento político, aunque es normal que haya gente que cuestione el garantismo de nuestro país al ver que el propio Sánchez lo hace. Parece que anima justo a eso la lista de concesiones al independentismo catalán, que incluye condonar 15.000 millones de euros de deuda, el traspaso de la competencia de Cercanías (pese a que el Gobierno dijo que podía ser ilegal) y la famosa ley de amnistía y su mediador. Normal que el independentismo se acabe creyendo su propio delirio.

El problema no es la salud de nuestra democracia, sino que sus límites a Sánchez no le valen para seguir sentado en la poltrona. Los abusos que está aceptando por parte de sus socios independentistas para ser presidente los vamos a pagar todos los españoles. Eso incluye a los que se ríen de Motos, y de todos los que decimos que el comportamiento de Sánchez ya no hay lobo de la ultraderecha que lo justifique. Me refiero a esos que se creen muy de izquierdas y mucho a la izquierda que están convencidos de que los que criticamos a los separatistas somos unos fachas de mucho cuidado… Nunca dejará de sorprenderme que el independentismo haya conseguido que su ansia de ruptura se vea como objetivo de la lucha obrera y no una segregación identitaria que favorece a élites como las de Junts.

Quizás no tendríamos este pitote de pactos de gobierno montado (a saber lo que duran que Podemos y Sumar ya han partido peras) si Sánchez nunca hubiera ido a divertirse El hormiguero. Ya se sabe que, en campaña, Pablo Motos y su millonaria audiencia le parecen menos fascistas… Hace siete años aprovechó el programa para aclarar que a Pablo Iglesias jamás le dejaría las llaves de su casa. Luego le dio una vicepresidencia y cinco ministerios. En su visita previa a las últimas elecciones, Sánchez subrayó que el referéndum, constitucionalmente, no era posible. Ahora sus socios se frotan las manos. Y es que ya se sabe que la vergüenza, una vez perdida, se pierde para toda la vida.

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