Las intensas lágrimas de Sofía de Grecia hace pocos días en un homenaje a su gran amigo, el exrector Emilio Lora-Tamayo, enfermo, dejaron ver, no solo el retrato de una reina dotada de gran humanidad, sino también el de una mujer rota por la pena.
Una madre, hermana y abuela coronada que hoy, 2 de noviembre, cumple 85 años en medio, dicen las crónicas, de una gran soledad. Hoy al menos, la reina ha celebrado un almuerzo en Zarzuela con sus hijos y parte de sus nietos. Ni Froilán, ni Victoria Federica, ni las hijas de los reyes estaban ya: Leonor ha vuelto a Zaragoza y Sofía, a Gales.
Una comida de celebración en la que tampoco ha estado Juan Carlos, que el martes 31 de octubre regresó a Emiratos Árabes tras la fiesta de cumpleaños de su nieta Leonor.
Fue precisamente en su 80 cumpleaños, en 2018, cuando se publicó la última foto oficial de lo que fue durante un tiempo la familia real como la conocimos antaño: ella, su marido, Juan Carlos, sus tres hijos y sus ocho nietos, sonrientes y formales en un retrato institucional que difícilmente volverá a repetirse.
La reina Sofía no ha tenido amigas ni relaciones personales al margen de las familiares. Así lo contó a la periodista Pilar Urbano en uno de los libros que esta escribió sobre la faceta más desconocida de la monarca octogenaria.
Su círculo íntimo lo constituye su hermana Irene, su prima segunda Tatiana Radziwiłł, casada con un cardiólogo francés, la viuda del infante Carlos, Ana de Orleans y su cuñada Ana María de Grecia, viuda de su hermano Constantino fallecido en enero pasado.
La muerte de Constantino a quien la reina visitaba frecuentemente primero en Londres, donde estaba exiliado y luego en Grecia, su país natal, sumió a Sofía en una enorme tristeza.
En las últimas semanas, ha trascendido que la salud de su hermana pequeña, Irene (82), que desde hace décadas vive en Zarzuela con ella, ha sufrido un gran deterioro, al parecer, por causa del Alzheimer.
Sabida su separación de hecho del rey Juan Carlos, que reside fuera de España, su única ilusión son sus hijos y nietos, a los que le encantaría reunir en Mallorca todos los veranos, su particular refugio, pero que cada vez es más complicado de organizar.
La docuserie de David Trueba Sofía y la vida Real expuso en cuatro capítulos el rol histórico y la percepción pública de Sofía de Grecia, a la que se define como "un personaje siempre supeditado a alguien más: hija de rey, hermana de heredero que nunca llegaría al trono, esposa de rey, madre de rey, abuela de futura reina".
Las diferentes personalidades que hablaron sobre ella, periodistas, políticos, analistas, sociólogos, escritores, historiadores... coincidieron en señalar que Sofía de Grecia, hija de Pablo y de Federica, ha sido una superviviente; primero a una ley que la privaba de ser reina (lo fue su hermano, un año menor que ella), también a las guerras, luego al exilio y al hambre, en último lugar a un matrimonio desigual.
Resistente a las bombas, a la pobreza, a las críticas por su mal español (aunque lo habla perfectamente, pero en los discursos se suele equivocar), a la muerte prematura de sus padres, a la idea de que se lleva mal con su nuera, Letizia, y a una fama de hierática alemana por sus orígenes, Sofía tiene en la música y en las tareas de tipo social (como recoger basura, visitar residencias de ancianos y la fundación que lleva su nombre) sus principales evasiones.
Hoy día 2 de noviembre, su cumpleaños se recordará con una lluvia incesante, como las lágrimas que le caían por un amigo enfermo que le proporcionó felices momentos personales.
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