Entrevista

Asaf Avidan: "El artista es un chamán que transita entre lo visible y lo invisible"

El compositor israelí Asaf Avidan.
El compositor israelí Asaf Avidan.
Srdjan Stevanovic / Getty
El compositor israelí Asaf Avidan.

Quizá uno de los mayores piropos con los que se puede agasajar a un músico es lo fácilmente reconocible que es su voz. La del compositor Asaf Avidan (Jerusalén, 1980) es inconfundible. Acostumbrado a las largas giras, al trabajo minucioso y a tomarse su arte como un oficio, no es de extrañar que ese don venga acompañado por hallazgos brillantes.

Al artista le gusta alternar conciertos en solitario con conciertos con banda. Hace cinco años, para presentar su último álbum, Anagnorisis, salió arropado. Este mes se subirá solo al escenario, con Ichnology, su nuevo espectáculo que recala en Madrid (jueves 5 de octubre en Teatro Barceló) y en Barcelona (6 de octubre, Piñata) después de haber tocado en Vigo.

"En la gira anterior, la idea era capturar la producción musical de Anagnorisis en directo, por eso salí con grupo. Volver a tocar solo me recuerda por qué soy músico. Subirse a un escenario solo es orgánico e íntimo y permite diseccionarse a uno mismo, escenificar lo que sucede cuando componemos una canción", afirma.

Los asistentes a sus conciertos en solitario aseguran que la experiencia es todo menos aburrida: "Es una actuación variada, con muchos instrumentos en la que navego entre ideas diferentes con loops y pongo arreglos nuevos a mi repertorio".

En el proceso creativo parece que el artista, nacido en Israel, pero criado en Jamaica y Nueva York, también busca los contrastes. Su último y séptimo álbum, Anagnorisis, fue escrito durante una pausa: Avidan llevaba diez años de gira. Así que se cobijó en una antigua granja en Italia, un retiro para escritores que también funciona como estudio de grabación. "Quería disfrutar de un poco de silencio y de tranquilidad. El covid me pilló en pleno retiro y lo que se suponía que iba a ser un año de pausa, se convirtió en casi tres".

Asaf Avidan estaba acostumbrado a escribir sus discos en semanas. Las canciones que surgieron de esa experiencia sufrieron un proceso de edición constante y se trabajaron a fuego lento. "Es difícil saber qué vino antes, la gallina o el huevo. ¿Escribí con más lentitud condicionado por mi entorno o escogí un entorno que se adaptaba a mis necesidades? Sea como fuere, Anagnorisis se escribió durante un largo periodo de tiempo, lo que permitió que las canciones evolucionaran y mutaran, algo que no había sucedido con discos anteriores".

El resultado es una obra que se saborea mejor al amanecer o al atardecer, disfrutando cada nota. "Un disco capta el paisaje emocional del artista en un lugar y un tiempo específicos. El silencio de aquel lugar y de aquella etapa me permitió prestar atención a voces perdidas en mi interior que necesitaban encontrar su propio canal".

Experimentar es otro de sus objetivos. Si en el escenario lo veremos jugar con los instrumentos, en Anagnorisis, lo escuchamos dinamitar su voz. "Metafóricamente, quería que todas esas nuevas voces que había encontrado se oyeran". Todo el registro vocal que escuchamos en Anagnorisis es solo suyo. "Solo grabé mi voz. Me pareció interesante explorar así la multiplicidad esquizofrénica".

Sus letras están trufadas de metáforas, aforismos y paradojas. Por eso, ha sido comparado con Leonard Cohen. "Envidio a Cohen: no solo por su talento y sensibilidad, sino porque antes de ser músico era escritor y poeta".

A la hora de componer, para Avidan, la música siempre viene antes. "Me parece complicado escribir sin tener antes un poco de harmonía. El texto se asienta en mi caso en unas notas sencillas que se van transformando en una melodía. Suelo sentarme en el piano o coger la guitarra y jugar un poco. A veces hay una gracia que encuentra la belleza y repito ese inicio hasta que las palabras surgen".

Su objetivo es ser auténtico y servir a la verdad, pero ¿cómo capturar algo tan caótico como la vida con un lenguaje limitado? "El fin del artista es buscar la verdad y acercarla a los demás. Lo irónico es que el arte es una estructura, un lenguaje que intenta capturar lo que nos rodea. La realidad no es estructurada. Es un movimiento nebuloso, cambiante e inagotable. Como un fotógrafo que intenta plasmar el mundo en un rectángulo y congelar la realidad en solo momento, todo arte hace lo mismo. Pero el arte con mayúsculas tiene un arsenal poderoso: el lenguaje metafórico. Ese tipo de arte es simbólico. El artista es un chamán que transita entre lo visible y lo invisible".

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