Aparquemos las investiduras, las amnistías, los referéndums, los dimes y diretes de y entre los partidos políticos y las bochornosas, si no delictivas, declaraciones de algunos responsables municipales de la tragedia de Murcia.

No es que lo dicho anteriormente no sea importante, pero, a veces, hay que resaltar algunas noticias mucho más de lo que se hace, como es el caso del Premio Nobel concedido a Katalin Karikó, bioquímica e investigadora húngaro-estadounidense, por sus investigaciones, que permitieron la vacunación mediante ARN mensajero (ARNm) y lograron superar el virus SARS-CoV-2, que provocó la enfermedad conocida como COVID-19. Ya ni nos acordamos, ¿verdad?

Pues sí, las investigaciones de los miles de científicos que hay en el mundo, la mayoría de las veces sin ningún reconocimiento público, son las que nos permiten vivir mejor. Y es evidente que las investigaciones sobre el ARN mensajero de Karikó y de su colega Drew Weissman, también agraciado con el Premio Nobel, permitieron tener vacunas en un tiempo récord.

Acuérdense: epidemiólogos de aquí nos decían que era imposible tener vacunas en menos de 2 años. Algunos, incluso, llegaron a decir 10.

Luego, por ejemplo, ves como los antivacunas, Miguel Bosé, por ejemplo, tiene homenajes en televisión, documentales e historias varias. Sí, sí, los antivacunas.

Miren, junto con el agua potable y los antibióticos, las vacunas son uno de los avances tecnológicos en salud más importantes de la historia de la humanidad. Y no es una opinión. Son hechos en tiempos confusos, donde la realidad, si molesta, se falsea.

Katalin Karikó no lo tuvo nada fácil. Le llegaron a degradar en la universidad, es decir, le quitaron un laboratorio porque los resultados no llegaban. Sólo su tesón, determinación y que se cruzase en sus investigaciones Drew Weissman, fueron determinantes para conseguir lo que ha conseguido. Enorme.