Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Pensárselo bien

Banderas de la Unión Europea en Bruselas.
Banderas de la Unión Europea en Bruselas.
Valeria Mongelli vía Europa Press
Banderas de la Unión Europea en Bruselas.

A la Unión Europea le gusta crecer y es lógico, es su destino y la voluntad de sus inspirados creadores. Empezó con seis miembros y llegó a tener veintiocho. El Brexit, la retirada del Reino Unido, fue la mayor contrariedad quedándose en veintisiete. Una cifra que todavía no alcanza a todo el Continente, pero bastante elevada como para ser gestionada con la dificultada que eso supone y cabe imaginar.

Bien mirado, es un milagro que tantos países que el siglo pasado estaban enfrentados a cañonazos y cargados de prejuicios raciales y culturales ahora estén compartiendo objetivos y acepten una administración conjunta en la que recaen muchos de sus problemas y a menudo crea discrepancias en torno a sus ambiciones o necesidades. Es el caso de algunos de los países del bloque últimamente incorporado.

Enseguida se ha visto que ha sido una incorporación precipitada, sin que estuviesen suficientemente preparados para asumir su compromiso y en muchos casos poco mentalizados de los principios que justificaban su deseo de compartir también problemas, por supuesto además de ventajas. Hay algunos ejemplos de inadaptación frecuentes, como Hungría, Polonia o la República Checa que se han convertido en una preocupación constante y reclaman medidas claras sobre su continuidad.

Han recuperado su soberanía plena liberándose del paraguas de Moscú en tiempos de la Unión Soviética y, lejos de constituir un refuerzo importante para la UE, se han convertido en un incordio, como suele decirse. Ahora Bruselas prepara la incorporación de otros países que aún están fuera y es lógico y deseable que se integren, pero a su debido tiempo. Hablamos de Ucrania, en guerra con Rusia, Moldavia o los Balcánicos..

Los Balcanes siempre han sido una región conflictiva. Actualmente ya pertenecen a la UE dos países, Eslovenia y Croacia, a los que hay que reconocer que cumplen con normalidad. Pero tratándose del resto, la prudencia recomienda pensárselo bien, sin precipitaciones. Parece necesario que algunos aclaren antes su situación precaria, como Bosnia y Herzegovina, y otros, como Serbia, más cerca de Rusia que de Bruselas, demás y de estar poco menos que en guerra con Kosovo.

Partiendo de esta realidad cabe añadir que sean candidatos, pero que se mentalicen que para incorporarse necesitan un proceso que de momento requiere voluntad y tiempo. Sus Gobiernos tendrán que asumir las exigencias de la adaptación mientras la Comisión deberá fijar claras sus condiciones y actuar partiendo de otras experiencias que deben servir de lección. Con un tiempo Europa promete ser una, pero todos, los que están y los que lo pretenden, adaptarse a antes a exigencias y sacrificios que la unidad requiere..

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