Un buen amigo castellano, que lleva más de treinta años viviendo en Valencia, es de la idea de que los valencianos siempre abren los brazos a los forasteros. Por desgracia nunca los cierran del todo en un abrazo. Algo parecido debió de sentir el presidente de la Generalitat la pasada semana durante la entrega de los premios de la Cámara de Comercio.

La Noche de la Economía Valenciana, que contó con una nutrida representación del cap i casal, era el escenario más idóneo para el discurso de Carlos Mazón. Las políticas que anunció no podían tener mejor audiencia y su denuncia de la triste situación política que vive España seguro que era compartida por la mayoría de los participantes. El president fue claro y directo. Sin embargo, no recibió la acogida que seguramente esperaba. Al menos eso le pareció a este testigo directo que les escribe.

El mensaje de Mazón no logró más aplausos que la intervención de la secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez. En mi opinión estuvo muy lejos de los que recibió María José Catalá. Quizás la alcaldesa acertó al centrar su intervención en la presencia de Felipe VI. Porque el rey fue el verdadero protagonista de la noche. El monarca recibió una calurosa acogida y su discurso fue muy aplaudido. Fue agradable escuchar un mensaje sereno y lleno de concordia y sentido común. Un bálsamo contra el ruido y zozobra que vive la política española.

El mensaje de Mazón no logró más aplausos que la intervención de la secretaria de Estado de Comercio

No soy de la opinión del amigo castellano del que hablaba antes. Los valencianos sí dan grandes abrazos, y muy sentidos. Eso sí, solo cuando sienten a la otra persona como parte de ellos. Por eso son abrazos sinceros. Desde luego en la Noche de la Economía Valenciana del pasado jueves quedó claro que sienten muy suyo al rey y a la alcaldesa de Valencia. Mazón aún tiene camino por recorrer para que el cap i casal le abrace como seguramente él espera.