Este es el mejor lugar de nuestro sistema solar para encontrar vida extraterrestre

Imagen facilitada por la Agencia Espacial Europea (ESA) de la luna Europa, uno de los satélites de Júpiter, captada por el satélite Galileo de la NASA. En la fotografía que se aprecian líneas rojas que son en realidad grietas y cumbres que marcan débilmente la corteza helada de la luna, exacerbadas por el aumento y disminución de las mareas provocadas por la fuerza gravitacional de Júpiter. Su llamativo color rojo está producido por la contaminación de los minerales, posiblemente sales del océano subterráneo como "una especie de barro de minerales" que afloran sobre la corteza helada. Europa será el próximo objetivo de una misión de la NASA en 2020.
Imagen de la luna Europa.
EFE
Imagen facilitada por la Agencia Espacial Europea (ESA) de la luna Europa, uno de los satélites de Júpiter, captada por el satélite Galileo de la NASA. En la fotografía que se aprecian líneas rojas que son en realidad grietas y cumbres que marcan débilmente la corteza helada de la luna, exacerbadas por el aumento y disminución de las mareas provocadas por la fuerza gravitacional de Júpiter. Su llamativo color rojo está producido por la contaminación de los minerales, posiblemente sales del océano subterráneo como "una especie de barro de minerales" que afloran sobre la corteza helada. Europa será el próximo objetivo de una misión de la NASA en 2020.

Dos estudios independientes, que utilizan observaciones recientes del telescopio espacial James Webb (JWST) del hielo de dióxido de carbono (CO2) en la luna Europa de Júpiter, indican que el CO2 se origina en una fuente dentro del océano subsuperficial del cuerpo helado.

Los hallazgos de ambos grupos de investigación aportan nuevos datos sobre la composición poco conocida del océano interno de Europa. Se cree que, bajo una corteza de hielo sólido, la luna Europa de Júpiter tiene un océano subsuperficial de agua líquida salada.

Por ello, Europa es un objetivo primordial en la búsqueda de vida en otros lugares del Sistema Solar. La evaluación de la habitabilidad potencial de este océano profundo depende de su composición química, incluida la abundancia de elementos biológicamente esenciales como el carbono.

Investigaciones anteriores han detectado la presencia de hielo sólido de CO2 en la superficie de Europa, pero no ha sido posible determinar si el CO2 se originó en el océano subterráneo, si llegó a la superficie de la luna por el impacto de meteoritos o si se produjo en la superficie a través de interacciones con la magnetosfera de Júpiter. Determinar el origen del CO2 podría restringir la química del océano interno de Europa.

En dos investigaciones distintas, los investigadores analizan la espectroscopia en el infrarrojo cercano del CO2 en la superficie de Europa, obtenida con el JWST.

En un estudio, Samantha Trumbo y Michael Brown, de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), utilizaron los datos del JWST para cartografiar la distribución del CO2 en Europa y descubrieron que la mayor abundancia de CO2 se localiza en Tara Regio, una región de unos 1.800 kilómetros cuadrados dominada por el "terreno del caos", es decir, materiales de superficie alterados geológicamente.

Según Tumbo y Brown, la cantidad de CO2 identificada en esta región recientemente emergida —uno de los terrenos más jóvenes de la superficie de Europa— indica que procede de una fuente interna de carbono. Esto implica que el CO2 se formó en el océano subsuperficial de Europa y salió a la superficie en una escala de tiempo geológicamente reciente.

Sin embargo, los autores afirman que no puede descartarse por completo la formación de CO2 en la superficie a partir de compuestos orgánicos o carbonatos derivados del océano. En cualquiera de las dos interpretaciones, el océano subsuperficial contiene carbono.

El otro estudio

En un estudio independiente de los mismos datos del JWST, Gerónimo Villanueva, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, y sus colegas descubrieron que el CO2 de la superficie de Europa está mezclado con otros compuestos.

También descubrieron que el CO2 está concentrado en Tara Regio e interpretan que esto demuestra que el carbono de la superficie de la luna procede de su interior.

Los autores midieron la relación isotópica 12C/13C del hielo, pero no pudieron distinguir entre una fuente abiótica o biogénica. Además, buscaron penachos de material volátil en la corteza helada de la Luna. A pesar de que estudios anteriores han encontrado indicios de estas características, los autores no detectaron ninguna actividad de penachos durante las observaciones del JWST.

Argumentan que la actividad de los penachos en Europa podría ser infrecuente, o que a veces no contiene los gases volátiles que incluyeron en su búsqueda.

Los resultados de ambos estudios se complementan y refuerzan la conclusión de que el océano subsuperficial de Europa contiene abundante carbono, concluyen.

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