Reportaje

Polonia y Ucrania, una historia de amistad vecinal resquebrajada por el grano y las armas

Zelenski y Morawiecki.
Zelenski y Morawiecki.
Carlos Gámez
Zelenski y Morawiecki.

Hay amigos y amigos. Con algunos no hablas en meses pero sabes que siguen estando ahí; otros te llaman casi todos los días para saber cómo estás. Polonia para Ucrania es de los segundos... o al menos así ha sido hasta ahora. Pero cuando ya se sobrepasa el año y medio desde el inicio de la invasión rusa empiezan a surgir las primeras tiranteces incluso en esos vínculos que parecían preparados para cualquier prueba. Varsovia no se está distanciando de Kiev, o al menos no tanto como parece, pero Volodimir Zelenski empieza a recibir tirones de orejas por ejemplo con el bloqueo al grano ucraniano o con el envío de armas, que se empieza a ralentizar. La relación no pasa por su mejor momento. Pero, ¿qué está pasando realmente?

Lo cierto es que el vínculo Polonia-Ucrania es histórico. De hecho, en 2014 Varsovia fue un actor relevante, de puertas hacia dentro al menos, en el marco de la negociación entre la oposición ucraniana y el entonces presidente Viktor Yanukovich para buscar un acuerdo con las protestas del Euromaidán de por medio. Después Polonia prefirió guardar distancias, pero ha tenido siempre un papel destacado en el camino europeísta de Kiev -aunque ahora en Varsovia haya un Gobierno euroescéptico-. 

Polonia es socio estratégico de Estados Unidos en el Este de Europa y como tal ha trabajado para que en Ucrania abandonasen las pulsiones prorrusas. Además, ambos países comparten unos 1.250 km de frontera y según datos de la ONU Polonia alberga ahora a cerca de un millón de refugiados, y alrededor de 1,6 millones de ucranianos solicitan asilo.

Alejandro López Canorea, analista Descifrando la Guerra y coautor del libro La pugna por el nuevo orden internacional explica a 20minutos que es prematuro "decir que se ha roto la relación porque ambos países siguen compartiendo un objetivo estratégico, que es confrontar a Rusia" y por lo tanto "va a seguir habiendo todo tipo de apoyo". Sí han surgido tensiones, "e incluso Lituania les ha ofrecido mediación". Esto no significa "que vayan a romperse las relaciones ni mucho menos".

López identifica el cambio que se ve en Varsovia con varios puntos. "La fatiga con la guerra no es un factor importante, pero las elecciones de octubre sí que tienen un peso mayor". La tensión "no es artificial" por los comicios, matiza el analista. "Polonia por ejemplo necesita asegurar intereses entre el sector agrícola", recuerda. "Esa escalada de reacciones ha sido la que ha desencadenado estas tensiones, porque ambos lados han empezado con las declaraciones fuera de tono contra el otro", concluye López. No obstante, el escenario tenso es algo coyuntural, coinciden quienes han seguido este vínculo de cerca.

Fuentes comunitarias consultadas por este periódico no quieren entrar demasiado en el fondo de la cuestión, pero aseguran que "no está en duda" el apoyo a Ucrania, ni mucho menos "por parte de aquellos Estados miembros que han dado una ayuda sostenida en el tiempo", como es el caso de Polonia, que está en cabeza en el suministro de respaldo a Kiev. También descartan hablar de "fatiga bélica" y repiten el mantra que ya se han aprendido de memoria todos en la UE: "Habrá apoyo el tiempo que sea necesario".

Pero eso no quita para que existan fricciones importantes entre Ucrania y el que quizás ha sido su mayor aliado hasta la fecha. El tema más relevante en este sentido es el veto polaco -y de Hungría y Eslovaquia- a la entrada de grano ucraniano en sus territorios. Los tres países (y Estados miembros de la UE) consideran que sus agricultores quedan en un segundo plano si se permite el acceso de cereal desde Ucrania, algo que no gusta en los círculos de Zelenski. El asunto lleva vigente desde antes del verano, y de momento se sigue trabajando en una solución.

La reacción de Ucrania en los últimos días ha sido interponer una denuncia ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y además ha pedido que la entidad abra consultas con las autoridades de Polonia, Hungría y Eslovaquia con vistas a solventar las disputas. Esto abre la puerta a una primera fase de diálogo en el que las partes están llamadas a alcanzar algún tipo de consenso. Si en dos meses no hay avances, se iniciaría una nueva etapa de arbitraje, lo que retrasaría la posible resolución varios meses e incluso más de un año.

El propio Volodimir Zelenski culpó implícitamente a los tres países de la situación que se está viviendo, y les acusó de priorizar sus intereses particulares frente a un apoyo que, dijo, "va en beneficio de todos". Por eso les instó a no seguir bloqueando el cereal. Con Eslovaquia, por ejemplo, el acuerdo parece cerrado, pero no sucede lo mismo con Polonia. Desde Varsovia, además, han elevado el tono. El ministro de Agricultura de Polonia, Robert Telus, acusó a Kiev de estar hablando "por encima" de ellos sobre el tema.

"He hablado con él y en primer lugar, le he transmitido que la queja presentada ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) es perjudicial para nuestras relaciones. Deberían retirarla", ha advertido Telus, para quien es importante "tener en cuenta el interés de los agricultores polacos". Asimismo, recalcó que el Gobierno de Mateusz Morawiecki siempre está "dispuesto al diálogo". Entretanto, la Comisión Europea no ha descartado la apertura de expedientes de infracción contra los tres miembros implicados si las fricciones no se resuelven pronto.

La queja presentada ante la Organización Mundial del Comercio es perjudicial para nuestras relaciones. Deberían retirarla

Ha todo lo anterior se ha añadido una polémica muy importante sobre el envío de armas, que el Gobierno polaco tuvo que matizar este mismo jueves. "Ya no estamos transfiriendo armas a Ucrania, porque ahora estamos armando a Polonia con armas más modernas", aseguró el primer ministro en una entrevista en la televisión nacional, en una frase que se entendió como que se le estaba cerrando el grifo a Kiev. Varsovia aclaró después que se trata de algo coyuntural: no envía más armamento porque no dispone de él. Sus almacenes están vacíos, pero sí que remitirá al Ejército de Zelenski "lo que ya está comprometido".

Todo esto en un contexto particular, con las elecciones en Polonia previstas para el próximo 15 de octubre. Morawiecki y el PiS piensan en clave nacional porque se juegan mucho en los comicios; las encuestas, de hecho, auguran una carrera muy apretada con la coalición que lidera el ex primer ministro y expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk. Pero al mismo tiempo toman nota de unas críticas de Ucrania que en tierras polacas consideran "injustificadas e inaceptables". El Gobierno ha recordado además que Polonia fue de los primeros países en enviar armas a Kiev, cuando otros Estados miembros de la UE aún lo estudiaban.

Pero a Polonia, a la larga, no le conviene variar su firme respaldo a Ucrania. ¿Por qué? Porque se trata, en general, de un camino político hacia una alianza de Morawiecki con Meloni, sobre todo si la derecha radical sigue en el Gobierno después del paso por las urnas. El PiS y Fratelli D'Italia comparten dos características que les permiten jugar muchas bazas en el contexto de la UE: son formaciones euroescépticas pero a la vez atlantistas, por lo que estos Ejecutivos pueden apretar y aflojar cuando les convenga. También a Ucrania si se tercia.

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