Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

Se acabó

La jugadora Alexia Putellas levanta la Copa del Mundo durante la multitudinaria celebración que ha tenido lugar en Madrid.
La jugadora Alexia Putellas levanta la Copa del Mundo durante la multitudinaria celebración que ha tenido lugar en Madrid.
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La jugadora Alexia Putellas levanta la Copa del Mundo durante la multitudinaria celebración que ha tenido lugar en Madrid.

Alexia Putellas es de Barcelona y tiene 29 años. María Jiménez nació en Triana y acaba de morir con algo más de setenta años. Una, futbolista; la otra, cantante. Sin embargo, ambas españolas van a estar unidas de por vida por el himno Se acabó. El 7 de septiembre María Jiménez murió, pero le dio tiempo a vivir cómo su mítica canción se convirtió en una tendencia mundial gracias a un mensaje el 22 de agosto en las redes sociales de la jugadora del Barça. El penúltimo servicio de la letra de una canción escrita en 1978 para denunciar el maltrato. La racial sevillana cantó la coplilla en primera persona, y ella misma acabaría sufriendo la violencia machista durante años. En un tiempo muy diferente al actual permitió abrir el camino para que muchas mujeres se atrevieran a denunciar y acabar con los malos tratos en pareja.

Han pasado casi cuarenta años y una joven deportista –que no había nacido cuando María Jiménez escondía las palizas con maquillaje antes de salir al escenario– encontró en la canción de la trianera la mejor forma de expresar el hartazgo del mundo del fútbol femenino frente a las formas de Rubiales y la Federación. El beso a Jenni Hermoso fue la gota que colmó el vaso de la indignación contenida ante una gestión cutre y nefasta del deporte de élite de mujeres.

Pero no nos equivoquemos pensando que nada ha cambiado cuatro décadas después. En los setenta los agresores se paseaban por los platós, y en los vecindarios no es que nadie llamase a la policía después de una noche de palizas, es que ni se les quitaba el saludo. Hoy siguen muriendo mujeres a manos de sus parejas y la discriminación no se ha eliminado del mundo del trabajo, pero el caso Rubiales y el #Seacabó de Alexia Putellas demuestran que la sociedad ha cambiado, que ya no se soporta más la chulería machista y que la dignidad vence caiga quien caiga. Los de las risitas ante el beso a Jenni Hermoso, los que lo relativizaban en el contexto de la celebración, incluso los que apoyaban a Rubiales por otras razones políticas o económicas se han visto arrollados por la marea promovida por las mujeres futbolistas. Quienes intentaron resistirse desde los despachos del poder pronto tuvieron claro que el #Seacabó se los llevaría por delante.

Ningún filósofo, ningún escritor, tampoco un político o un profesor. Unas deportistas han dado una lección moral al mundo usando la canción de una cantante analfabeta que sufrió en sus carnes la violencia y la discriminación por el mero hecho de ser mujer. Lo sucedido esos días nos debe llevar a reflexionar sobre cómo conseguir que no haya más Rubiales en nuestras casas y trabajos. La conclusión a la vista de lo anterior es sencilla. Cuantas más miradas plurales haya en las empresas, cuantos más portavoces de la sociedad civil, cuantas más visibilidad al diferente, cuanta más libertad haya para expresar lo que sientes, más cerca estaremos de entonar definitivamente el #Seacabó.

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