Quién fue Miguel Primo de Rivera: se cumple un siglo del Golpe de Estado que instauró la dictadura militar en España

Miguel Primo de Rivera pronuncia un discurso ante Alfonso XIII
Miguel Primo de Rivera pronuncia un discurso ante Alfonso XIII
Wikimedia Commons / Bundesarchiv, Bild 102-11533
Miguel Primo de Rivera pronuncia un discurso ante Alfonso XIII

Tal día como hoy, en 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, encabezó un golpe de Estado, que contó con el beneplacito del entonces rey Alfonso XIII y que terminó con el régimen de la Restauración y dejó en suspenso la Constitución de 1876. Se abrió entonces un periodo, entre 1923 y 1930, marcado por una dictadura a través de un directorio militar y un directorio civil en sus últimos años, que finalizó tras la pérdida de apoyos y del favor del Rey.

La dictadura de Primo de Rivera marcó los inicios de una primera mitad del siglo XX convulsa para España, con una gran inestabilidad a la que Primo de Rivera pretendió dar respuesta con una dictadura de cuya proclamación se cumplen hoy 100 años.

Miguel Primo de Rivera fue capitán general de Cataluña

Miguel Primo de Rivera (Jerez de la Frontera, 1870) desarrolló su carrera militar en Cuba, Filipinas y Marruecos antes de ser nombrado general, ocupando el cuesto de capitán general de Cataluña en 1922. En aquel momento, España se enfrentaba a una crisis económica y social, con el desastre de Annual (la derrota de las tropas españolas frente a la ofensiva liderada por Abd el-Krim) y una grave inestabilidad política de la monarquía constitucional de aquel entonces. 

Fue en este contexto en el que Primo de Rivera proclamó el estado de guerra en Barcelona y ordenó a sus militares que ocupasen los edificios clave de la ciudad. Sin embargo, su pronunciamiento tuvo un seguimiento limitado a Cataluña, Zaragoza y Huesca. Aunque el golpe había fracasado, ni el Ejército ni el Gobierno al completo manifestaron una oposición total al golpe ni un apoyo pleno al régimen constitucional. 

Finalmente, el rey Alfonso XIII llamó a Primo de Rivera para reunirse con él en Madrid para otorgarle plenos poderes. Primo de Rivera instauró un directorio militar encabezado por él mismo que, sin embargo, contó con el apoyo tácito de distintos grupos políticos conservadores o la pasividad de gran parte de la población.

La dictadura comenzó con un directorio militar

En sus inicios, Miguel Primo de Rivera dirigió el directorio militar, en el que se presentó su figura como la de un salvador de la nación frente al sistema corrupto insaturado por caciques y políticos y una alternativa regeneracionista, según publica The Conversation. En los primeros años combinó la censura y la propaganda para silenciar a los opositores mientras se fomentó un discurso nacionalista y regeneracionista que tuvo gran apoyo por parte de la población. 

Mientras reprimía cualquier oposición al régimen, las reformas llevadas a cabo por el directorio militar llevaron al país a una mejora económica y administrativa, además de lograr apaciguar la situación en Marruecos tras el desembarco de Alhucemas y la rendición de Abd-el-Krim.

Se dio paso a un directorio civil entre 1925 y 1930

Tras dos años de directorio militar en el que se incentivaron políticas intervencionistas y proteccionistas con inversión de obras públicas, Primo de Rivera instauró un directorio civil. Asumió el cargo de Presidente del Consejo de Ministros y creó la Asamblea Nacional como órgano "fiscalizador y consultivo en la labor de gobierno", así como "preparatoria de proyectos fundamentales que habrán de ser objeto de examen por un órgano legislativo al que se accederá por elección, con las máximas garantías de independencia y pureza", según recoge la web del Congreso de los Diputados

Pese a los primeros logros sociales y económicos de la dictadura de Primo de Rivera y su progresiva apertura a la participación política (con algunos políticos socialistas participando en instituciones como el Consejo de Estado), las crisis económicas y el creciente clima de conflictividad social terminaron por tumbar a un impopular Primo de Rivera, que presentó su dimisión en enero de 1930 para exiliarse a París, donde falleció dos meses después. 

La inestabilidad del final de la dictadura derivó en una convocatoria de elecciones municipales en abril de 1931, lo que conduciría a la proclamación de la Segunda República y a la convocatoria de unas Cortes Constituyentes. 

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