Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Canción triste de la momia socialista

Un grupo de momias socialistas en un acto de partido.
Un grupo de momias socialistas en un acto de partido.
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Un grupo de momias socialistas en un acto de partido.

La momia socialista nunca defrauda. Aparece en los momentos más delicados, dice lo que tiene que decir y vuelve a su sarcófago a esperar otro momento de gloria. La momia socialista no cambia ni cambiará. Vive en un pasado que siempre fue mejor, se pone la venda antes de hacerse la herida -por eso es una momia- y tiene un miedo terrible a que las cosas cambien. La momia socialista, casi siempre sin darse cuenta, sacrifica la verdad y la justicia y colabora en la paradoja rastrera de que la política aparenta dar duros a cuatro pesetas

La momia socialista se va resecando año tras año y, como ha comprobado que el progreso lo trae el capitalismo, es cada vez más conservadora. Tiene siempre un micrófono abierto en las radios y televisiones de centro derecha. La momia socialista sale a la palestra unos meses después de las elecciones, cuando ya no se puede hacer nada y se mete en su sepulcro dorado unos meses antes de la pegada de carteles. Quiere quedar bien con todos. Ha perdido la mala leche y los años le pesan. Es normal, el único órgano que se mantiene en el cuerpo durante la momificación es el corazón.

La momia socialista entona su canción triste cuando ve que todo lo que construyó se desmorona, pero no tiene capacidad para cambiar nada.

Hay muchas momias socialistas, pero no vamos a citarlas aquí para que cada uno las enumere mentalmente y piense, quizá, en su momia favorita. Hay algunas que han sido presidentes, vicepresidentes, ministros, alcaldes, presidentes autonómicos y otros muchos cargos. La momia socialista entona su canción triste cuando ve que todo lo que construyó se desmorona, pero no tiene capacidad para cambiar nada. Es solo un espectro, una vieja gloria, alguien sin capacidad y eso le duele.

Hay alguna momia socialista que ha afirmado recientemente que el actual gobierno es el peor de la historia democrática de España, pero que ha votado al partido de siempre. Otras momias han salido de sus tumbas para decir que no se puede permitir lo que unos quieren hacer y que no es decente ni democrático romper con el principio de igualdad e interpretar la Constitución como si fuera la hoja parroquial de Santa María del Mar. Eso les calma, quizá, la conciencia para volver a su túmulo de oro a ver pasar la vida.

En los círculos de progreso, la momia tira de galones, suelta frases hechas en las que ya no cree y defiende los colores como si estuviera en la grada de un equipo de fútbol. La inercia y la necesidad de quedar bien le pueden. Es muy difícil ser momia socialista y es muy normal que su canto suene siempre triste, viejo y apergaminado. En el fondo, la momia sabe que todos le ponen buena cara y fingen hacerle caso por decoro, pena o respeto. Después, vuelve a su sarcófago y piensa “a ver si vuelven a llamarme”. 

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