Entrevista

Roberto Villa: "En otros momentos difíciles de la historia de España los grandes partidos se ponían de acuerdo, ahora no está tan claro"

  • Se cumple primer el centenario del golpe de Estado de Primo de Rivera y el historiador publica su nueva obra.
  • "Si la crisis de eficacia de 1923 se hubiese encarado, no habríamos pasado ni por dictaduras ni por guerras civiles".
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista al escritor Roberto Villa García
Entrevista al historiador Roberto Villa García
Jose Gonzalez Pérez
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista al escritor Roberto Villa García

El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera protagonizó un golpe de Estado que dio comienzo a una dictadura personalista que perduraría siete años y llevaría a España a uno de las episodios antidemocráticos más oscuros de su historia. Este miércoles se cumplen 100 años desde que se produjo el golpe, y el historiador político Roberto Villa García (Ítrabo, 44 años) recuerda en 20minutos todas las claves que llevaron al país a aquella realidad política tan insólita con su obra 1923. El golpe de Estado que cambió la Historia de España. "Era un tema virgen y atractivo del que no se había investigado prácticamente nada", declara el autor, especializado en crisis y quiebras de las democracias en España.  ¿Qué llevó al militar a imponer su propio mandato? ¿Estaba el país preparado para aquel momento? ¿Fue este golpe la semilla para la Guerra Civil y la dictadura franquista? ¿Se pueden establecer paralelismos entre la España de 1923 y la de 2023? 

Habla usted del golpe de Estado de Primo de Rivera como el giro más radical en la Historia de España del siglo XX hasta la muerte de Franco, pero hubo una guerra civil de por medio. ¿Por qué cree que este evento fue más radical?
Porque 1923 representa la desviación de una ruta que España tenía muy bien marcada desde los inicios de la Restauración. En España, las cosas podrían haber transitado de manera ordenada desde el liberalismo a la democracia, como lo habían hecho previamente los británicos, los belgas, los holandeses los daneses, los suecos... Sin embargo, el año 1923 es clave porque desvía esa trayectoria y se entra en una dinámica distinta, con regímenes incompatibles con el modelo que se había establecido en 1875. Si no hubiese habido golpe de Estado, España habría seguido con un régimen constitucional y probablemente podría haber encarado esa senda democratizadora.

La práctica totalidad de su obra ahonda en los precedentes que propiciarían después el golpe de Estado de 1923. ¿Cuáles considera más destacables?
Hay dos causas principales. La primera es que el sistema, a partir de 1917, deja de funcionar con normalidad: los partidos se fragmentan, cada vez es más difícil articular una mayoría parlamentaria, los gobiernos son más débiles, las elecciones tienen que repetirse constantemente... hay prácticamente un bloqueo político. La segunda causa es que a España se le plantean dos problemas muy importantes: una guerra en el norte de Marruecos, que registra un desastre militar; y un problema secesionista, con la Mancomunidad de Cataluña administrada por la Lliga de Catalunya, que buscaba desnacionalizar la región y potenciar la identidad nacional catalana. 

¿Cómo relaciona esta etapa de los movimientos separatistas con la actualidad?De esos polvos vienen estos lodos. Ahora no solo hay un caldo de cultivo, sino que hay partidos que son abiertamente separatistas. En Cataluña, por ejemplo, ya no hay un partido nacionalista que no lo sea: lo es Junts, lo es ERC, lo es la CUP... En País Vasco, el PNV básicamente también. De hecho, es muy curioso que Urkullu, en la última propuesta de bilateralidad que hizo, se refirió a un pacto llamado 'Galeusca', una alianza entre los partidos nacionalistas de Cataluña, País Vasco y Galicia para trabajar por la independencia, que justamente se crea en 1923 y que es precipitante del golpe de Estado por los disturbios que generó.

A propósito de estos acuerdos y peticiones, actualmente el exlíder catalán Carles Puigdemont pide una amnistía para los presos del próces. ¿Eso se ha visto alguna vez en la historia de España?
Sí, en la Segunda República. El 6 de octubre de 1934, hubo una sublevación de ERC y la Generalitat de Cataluña, presidida por Lluís Companys, contra el gobierno de Alejandro Lerroux, que causó 50 muertos y dos centenares de heridos, y supuso que varios sublevados como Companys fueran condenados a 30 años de cárcel. Dos años después, ERC hizo campaña en las elecciones de 1936, ya dentro del Frente Popular, por la amnistía. De hecho, como este partido se hizo con el poder, lo primero que se aprobó fue la amnistía, y Companys y los demás sublevados salieron de prisión y recuperaron sus cargos.

Antes de 1923, liberales y conservadores se ponían de acuerdo para conformar gobierno. ¿Qué posibilidades hay de que eso ocurra ahora, en este caso, entre PP y PSOE?Ninguna. Si hay partidos, en este caso el Partido Socialista, que consideran un aliado natural a un grupo que se ha saltado la legalidad y cuyo líder está expatriado porque no quiere volver para someterse a un juicio, antes que su otro gran socio constituyente, que es el PP, es imposible. En 1923, esto no era así. Es verdad que había problemas entre los partidos constitucionales, eran competitivos, pero no querían repetir lo ocurrido antes de la Restauración, con el Sexenio Revolucionario, las luchas sectarias entre partidos, las sublevaciones militares, las guerras civiles... En otros momentos difíciles de la historia de España los grandes partidos se ponían de acuerdo, ahora no está tan claro.

Usted habla de similitudes entre 1923 y 2023, ¿cree que actualmente se está gestando una corriente regeneracionista como la de hace un siglo?No, no hay alternativa. Ahora mismo estamos en una crisis constitucional de la que no sabemos cómo vamos a salir. Por eso hay tantas personas preguntándose: '¿Y el Rey qué va a hacer?'. El Rey es la válvula de seguridad del sistema, como se vio en 1981 y en 2017. Es un árbitro y un moderador que interviene cuando las cosas van mal. Ya lo dice la Constitución, es la garantía de la unidad y la permanencia de España.

¿En qué se asemeja o distingue la monarquía actual de la de entonces?No son tan distintas como suele creerse, pero, evidentemente, son dos épocas diferentes y dos modelos que presentan sus aspectos específicos. Alfonso XIII era también un árbitro, pero tenía más poderes que Felipe VI. Aquella monarquía era de doble confianza, el Rey podía nombrar presidente del Gobierno; nuestro rey nombra candidato a la presidencia del Gobierno, lo cual es una diferencia sustancial. Hay distinciones de grado, pero tampoco son cosas radicalmente opuestas.

¿En qué difirió este golpe de Estado del de Franco 13 años después?Son golpes muy distintos, tanto por los factores que los causan como por la actitud de las fuerzas armadas. En 1923, el Ejército se subleva en bloque contra el Gobierno; en 1936 se parte en dos. Además, los objetivos de los que se sublevan en 1923 no están demasiado claros, ni siquiera ellos tienen todavía pensado qué van a poner en lugar del régimen constitucional. En principio quieren un Gobierno de excepción, que resuelva determinados problemas graves y luego volver de nuevo al régimen constitucional. En 1936, se sabía que esa guerra civil, ganase quien ganase, iba a derivar en un régimen dictatorial estable.

¿Cómo resumiría su obra en una frase?
Pues... el mejor resumen está en el título: el golpe de Estado que cambió la Historia de España. Cómo un país como el nuestro, tan moderno, sólido, consolidado, teniendo una vía hacia la democratización muy clara, acaba desviándose del camino. El momento axial del siglo XX es 1923. Sin entender lo que pasa entonces, no entiendes los años posteriores. Si la crisis de eficacia de 1923 se hubiese encarado, no habríamos pasado ni por dictaduras ni por guerras civiles.

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ROBERTO VILLA GARCÍA

  • Profesor titular de Historia Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, primer premio de investigación de su Consejo Social e investigador invitado en las Universidades de Wisconsin-Madison y Paris IV-Sorbonne. Ha publicado numerosos trabajos sobre partidos, elecciones, violencia política y crisis de la democracia en la España y la Europa contemporáneas
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