Así es la 'cárcel de los horrores' en la que podría cumplir condena Daniel Sancho: presos hacinados, escasa comida y grilletes

La truculenta historia sobre el caso de Daniel Sancho continúa y se prevén más capítulos. El joven, que el pasado sábado confesó el asesinato y descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta, pudo hablar con sus amigos y familiares durante una cena en un restaurante de lujo tras ser arrestado y a la que la Policía tailandesa le invitó por su buen comportamiento y colaboración.
La truculenta historia sobre el caso de Daniel Sancho continúa y se prevén más capítulos. El joven, que el pasado sábado confesó el asesinato y descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta, pudo hablar con sus amigos y familiares durante una cena en un restaurante de lujo tras ser arrestado y a la que la Policía tailandesa le invitó por su buen comportamiento y colaboración.
La truculenta historia sobre el caso de Daniel Sancho continúa y se prevén más capítulos. El joven, que el pasado sábado confesó el asesinato y descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta, pudo hablar con sus amigos y familiares durante una cena en un restaurante de lujo tras ser arrestado y a la que la Policía tailandesa le invitó por su buen comportamiento y colaboración.
Cronología, claves, sospechas...todas las dudas y certezas del 'caso Daniel Sancho'

A Bang Kwang se le conoce irónicamente como Bangkok Hilton y es, según organizaciones internacionales y organismos de la ONU, una de las cárceles más precarias y peligrosas del mundo. La prisión de Bangkok podría ser el próximo destino de Daniel Sancho, el joven chef que ha confesado haber matado y descuartizado a un cirujano colombiano en la isla de Tailandia. Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho, se encuentra en la actualidad en un penal tranquilo, en Koh Samui, a la espera de sentencia firme y siguiente destino.

De Bang Kwang, concretamente, se hablan todo tipo de barbaridades. En la prisión se encuentran bastantes extranjeros y hay una evidente superpoblación. Es una prisión dura que se ocupa de los condenados a muerte y prisioneros de largas sentencias. Allí sigue cumpliendo su condena Artur Segarra, el español que secuestró, torturó y descuartizó a David Bernat.

Además, según Adrián Foncillas, corresponsal en Tailandia que ha hablado en Espejo Público, la cárcel de Bang Kwang es conocida con mucha sorna como el 'Hilton' de Bangkok "porque, desde luego, sus comodidades están muy lejos de las de un hotel 5 estrellas". El periodista ha asegurado que "los presos están hacinados, a veces hay decenas o incluso centenares de presos en una sola celda. Hasta 2013 los presos llevaban grilletes, no para que no se movieran, sino para que no corrieran o pegaran patadas", ha comentado y ha añadido que "la comida es escasa y de mala calidad. No es un buen sitio para pasar una larga temporada". 

25% de mortalidad a los dos años

El analista Fernando Cocho, aseguraba este martes en el programa Código 10 de Cuatro, que la prisión de Bang Kwang es "una amenaza de muerte indirecta". "La tasa de mortalidad está en un 25% al superar los dos años. Los reclusos mueren por desnutrición, enfermedades y violencia. Son cárceles de unos 4 metros cuadrados en las que hay 8 o 10 personas. Pagan a mafias, tienes que pagar tu comida, hay fuertes coacciones e incluso pueden utilizarte como objeto sexual".  Además, Cocho aseguró en el programa que "si no tienes dinero, morirás antes. Tienes que pagarte hasta el propio traje de presidiario. Alguien desde fuera tiene que pagarte la comida, es un sitio muy peligroso".

Según Prison Insider, la plataforma de información sobre las prisiones del mundo, un total de 311.000 reclusos se reparten en las 143 prisiones del país, lo que se traduce en una tasa de ocupación del 339%, es decir, poco más de un metro cuadrado asignado a cada preso. Esto, según los informes publicados incluso por Naciones Unidas, supone que los presos tienen que dormir sentados o tumbados de lado junto a al espalda del otro. También hay deficiencias en higiene, alimentación y asistencia sanitaria.

La Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH)ha puesto sobre la mesa o la creciente explotación laboral en las cárceles tailandesas. Los reclusos son obligados a hacer redes de pesca para empresas privadas por un dólar al día -si llegan a percibir algo-. Se dan casos en los que los presos ya no solo trabajan en la cárcel sino que son trasladados a naves industriales, según el informe de FIDH. Los beneficios, según la organización en base a los testimonios de afectados, repercutan en los vigilantes.

El propio Departamento de Prisiones de Tailandia ha defendido la cárcel de la capital en varias ocasiones y ha apuntado a que los informes publicados sobre el penal son falsos. 

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