La Tierra lleva 30 años recibiendo una misteriosa señal de radio: "Sea cual sea el mecanismo detrás de esto, es extraordinario"

Las ondas FRB son una de las esperanzas de quienes creen en la posibilidad de comunicarnos con formas de vida extraterrestre, con otros planetas. En radioastronomía, una ráfaga rápida de radio (FRB, por sus siglas en inglés) es un fenómeno astrofísico de gran energía —como que es el destello más brillante del Universo— y origen desconocido.
Las ondas FRB son una de las esperanzas de quienes creen en la posibilidad de comunicarnos con formas de vida extraterrestre, con otros planetas. En radioastronomía, una ráfaga rápida de radio (FRB, por sus siglas en inglés) es un fenómeno astrofísico de gran energía —como que es el destello más brillante del Universo— y origen desconocido.
Las ondas FRB son una de las esperanzas de quienes creen en la posibilidad de comunicarnos con formas de vida extraterrestre, con otros planetas. En radioastronomía, una ráfaga rápida de radio (FRB, por sus siglas en inglés) es un fenómeno astrofísico de gran energía —como que es el destello más brillante del Universo— y origen desconocido.
Señales del universo.
Henar de Pedro - ICRAR

Las ondas FRB son una de las esperanzas de quienes creen en la posibilidad de comunicarnos con formas de vida extraterrestre, con otros planetas. En radioastronomía, una ráfaga rápida de radio (FRB, por sus siglas en inglés) es un fenómeno astrofísico de gran energía —como que es el destello más brillante del Universo— y origen desconocido.

Una FRB se manifiesta como un pulso de radio fugaz que dura apenas unos pocos milisegundos. Resulta que la Tierra lleva 30 años recibiendo estas misteriosas señales o, mejor, llevamos tres décadas detectándolas.

Más de 500 FRB del espacio exterior

Los astrónomos estiman que estas ondas liberan tanta energía en un milisegundo como el Sol en tres días. Aunque son extremadamente energéticas en su origen, la intensidad de la señal que llega a la Tierra se ha descrito como 1.000 veces menor que la de un teléfono móvil en la Luna.

La primera onda FRB fue descubierta por Duncan Lorimer y su estudiante David Narkevic en 2007, cuando analizaban los datos de archivo del estudio de púlsares. Desde entonces se han registrado decenas y decenas de FRB repitiéndose de forma aparentemente irregular.

La mayoría de la FRB son extragalácticas, pero la primera de la Vía Láctea fue encontrada por el radiotelescopio CHIME en abril de 2020. En junio de 2021, los astrónomos informaron de que habían detectado más de 500 FRB procedentes del espacio exterior. Es más, sólo entre 2019 y 2021 se han detectado 25 nuevas señales FRB repetitivas.

Dos FRB regulares

Pero pocas se repiten de manera regular. Solo algunos contados se han localizado con la precisión necesaria en el firmamento y la mayoría están próximos o en regiones donde se alinean estrellas. Hay dos excepciones. La primera es el FRB121102A, detectado en 2016 por el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico). Fue el primero en repetirse, convirtiéndose en algo insólito puesto que estos hechos ocurren en menos del 5% de los estallidos que se conocen.

La segunda excepción es la FRB procedente de un cúmulo de celestes viejos que está significativamente cerca del planeta Tierra, en la galaxia espiral M81. Es la FRB190520B, que se repite y es idéntica a FRB121102A.

¿Origen extraterrestre?

Son muchas ondas, mucha energía, muchas señales... ¿de comunicación? El origen exacto y la causa de estas FRB es objeto de investigación y de entusiasmos no siempre razonados.

La dispersión de la ubicaciones de las ondas restan sentido a la hipótesis de que estemos ante una fuente tecnológica extraterrestre

Las propuestas para explicar el origen de la FRB van desde una estrella de neutrones en rápida rotación, un agujero negro o fusiones de objetos y magnetares que surgen de supernovas. En realidad, la amplia dispersión de la ubicaciones de las ondas restan sentido a la hipótesis de que estemos ante una fuente tecnológica extraterrestre, según la ciencia.

La FRB que llega desde hace 35 años

En 2018 se detectó una ráfaga rápida de radio que se encendía y apagaba cada 18 minutos, que no se correspondía con la señal habitualmente observada de un púlsar. Los científicos intentaron detectar señales similares y hallaron una que se repetía cada 22 minutos. Lo confirmaron varios radiotelescopios de todo el mundo con una señal de radio que duró 5 minutos y se repitió cada 17 minutos (de nuevo, demasiado lento para un púlsar).

Sea cual sea el mecanismo que está detrás de esto, es extraordinario"

Los astrónomos investigaron en el pasado, relata Tristan Bergen de Meteored Francia. En los archivos del radiotelescopio Very Large Array de Estados Unidos encontraron que en 1988 se había realizado la primera observación de esta FRB.

Así, establecieron que esta señal es regular desde hace tres décadas. Ocurre cada 1318,1957 segundos con un margen de error de más o menos una décima de segundo. Dedujeron que su origen no estaba en un magnetar, como creyeron al principio, porque tendría que haberse detenido con el tiempo y eso no pasaba.

Ruido, sólo ruido

"Suponiendo que se trate de un magnetar, no debería ser posible que este objeto produjera ondas de radio", afirma Natasha Hurley-Walker, autora principal de esta investigación. "Pero las estamos viendo. Sea cual sea el mecanismo que está detrás de esto, es extraordinario", asegura.

Estos hipotéticos extraterrestres tendrían que ser capaces de usar la energía de una estrella de neutrones, cosa muy poco probable"

No han conseguido saber cuál es la fuente de esta FRB tan regular, pero sí tienen claro que no viene de una distante civilización extraterrestre. Por un lado porque, como decíamos antes, esta fuente de radio proviene de muchos sectores diferentes de nuestro cielo. Por otro, porque no contiene información, sólo es ruido; el ruido presente en todas las frecuencias de radio.

"Sería necesario un inmenso consumo de energía para emitir una señal tan grande en todas las frecuencias, de hecho, estos hipotéticos extraterrestres tendrían que ser capaces de usar la energía de una estrella de neutrones, lo que parece muy poco probable", explica Bergen.

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