Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

La paleta matamoscas

Esta mosca no sabe lo que se le viene encima.
Esta mosca no sabe lo que se le viene encima.
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Esta mosca no sabe lo que se le viene encima.

La paleta matamoscas cuelga de un pequeño clavo, oscila como el péndulo de un reloj de cuco cuando alguien la toca, para el tiempo con el roce del gotelé, colgada, vertical, antigua, eficaz, larga y poderosa con su mango de alambre enroscado como una columna salomónica. La paleta matamoscas es un instrumento sencillo, convierte a cualquier manos de árbol en diestro para la caza porque está bien pensada. Prolonga el alcance de la mano y logra que el insecto no perciba lo que se le viene encima. La paleta matamoscas es tecnología.

Hay paletas matamoscas nuevas. Las venden ya en Amazon. Las hay con forma de mano, con cara sonriente o con forma de simple rectángulo funcionarial. Ha surgido hace poco una pala matamoscas eléctrica con forma de pequeña raqueta que deja a la mosca chamuscada en un instante. Es una paleta más civilizada,  más snob, en la que no hay que golpear al insecto, solo atraparlo como si fueras a apagar una vela y la electricidad hace el resto.

Yo fui un niño que vio a señores mayores matar moscas de un boinazo con la precisión de una iguana. Sin gastar ni una energía de más. Yo fui un niño que miraba el papel pegamoscas y se hacía preguntas. He estado en casas en las que la paleta matamoscas solo podía actuar en paredes y estanterías, nunca en la mesa, ni en las encimeras o en los cristales. La verticalidad era la muerte y la horizontalidad la vida. Eran casas con restricciones civilizadas, casas bien. También he visto hules de cuadros blancos, rojos y ese color intermedio indefinible sobre los que se produjeron auténticas escabechinas.

El grave pecado de la mosca es molestar. Tocar las narices al humano, manchar su comida y, a veces, volar junto a sus oídos con ese zumbido irritante.

El grave pecado de la mosca es molestar, tocar las narices al humano, manchar su comida y, a veces, volar junto a sus oídos con ese zumbido irritante. La paleta matamoscas es ejecutiva, legislativa y judicial. No admite que nadie le diga nada. No distingue tonterías, ni quiere saber qué dicen las leyes. Hay gente que caza la mosca con habilidad y la suelta por la ventana, no sé si por amor a los animales o por no dejar un cadáver exquisito encima de la mesa.

Nacer mosca es muy distinto a nacer perro, pero la diferencia ontológica de las dos especies es más difusa. A veces me pregunto si lo que no nos gusta del maltrato animal no es tanto la protección al individuo animal concreto que tenemos delante, sino el rechazo a la actitud del humano que lo hace. Es una pregunta que sigo reflexionando. Mientras tanto, la paleta matamoscas hace puré al insecto que osa perturbar con insistencia e imprudencia la armonía del hogar. 

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