El 23-J en Madrid supone la confirmación de un fenómeno que sigue su cosecha de victorias. Pero también ha traído una sorpresa en la que pocos confiaban. La confirmación viene de la mano del ‘efecto Ayuso’, que de nuevo ha impulsado al PP más allá del 40% de apoyo en el electorado madrileño. Y la sorpresa la ha traído el avance en votos del PSOE, que ha logrado movilizar a sus votantes y atraer al voto progresista cuando muchos lo creían muerto.
En esta ocasión, Ayuso ha triunfado de manera indirecta, ya que no era ella quien se presentaba a las elecciones, sino su presidente nacional, Alberto Núñez Feijóo. Pero aunque ella no era la protagonista principal, la victoria popular no se entendería sin su influencia: por un lado, el PP ha seguido la estrategia del antisanchismo que inició y perfeccionó la presidenta madrileña; y por otro, la capacidad de Ayuso para atraer e ilusionar al electorado se evidencia en cada una de sus apariciones públicas.
En el PSOE, inesperadamente, también tienen un motivo de peso para darse por satisfecho: la debacle anunciada de los socialistas finalmente no se ha producido. La lista de Sánchez obtuvo ayer más votos que en las generales de 2019 y, lo que es aún más relevante, ha logrado despertar a los votantes progresistas que se quedaron en casa en las autonómicas de mayo. Además, ha captado voto de Podemos y de Más Madrid, con lo que puede vender como un éxito su apelación al voto útil.
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