Desconexión digital en vacaciones

Posiblemente todos los que trabajamos bajo algún tipo de presión que nos genera estrés o picos de tensión nos ocurre lo mismo cuando llegan las tan ansiadas vacaciones. Es imposible desconectar todo lo que nos gustaría, y los primeros días son terribles porque hay falta de ritmo, lo que se acaba traduciendo en ansiedad. Menuda contradicción.

Eso sí, siempre hay alguna llamada, algún mensaje, o email que acaba irrumpiendo sin tener que hacerlo. Y si no, los periodistas tenemos la deformación profesional de seguir estando actualizados. Error. Se estima que 6 de cada 10 trabajadores contestan vía telemática durante el periodo vacacional a asuntos que tienen que ver con el trabajo. Y sí, eso es un gran defecto.

La masiva exposición a notificaciones a la que estamos sometidos no hace más que meter información en nuestro cerebro, y lo peor de todo es que la gran mayoría es irrelevante. Es decir, estamos recibiendo estímulos sin importancia a velocidades vertiginosas mientras la vida sigue pasando. Leer el correo electrónico en el ferry a La Gomera, contestar una llamada antes del free tour en Berlín o escribir whastapps mientras haces el Camino de Santiago. Situaciones con las que muchos nos habremos encontrado y de las que posiblemente no nos demos cuenta del poco beneficio que nos genera.

Si hay alguna situación de extrema gravedad de la que nos tengamos que enterar estando de vacaciones porque somos los únicos que podemos resolverla, nos enteraremos. Calma. El resto, puede esperar. Un hijo, un padre, una pareja, un amigo o con quien nos encontremos merecen ser la prioridad en esa etapa del año. Para quien no lo sea, que piense en la experiencia del lugar que está visitando o al menos en el dinero que ha invertido en ello.

Llevo un par de veranos siendo consciente de que no me beneficia seguir conectado y estoy poniendo remedios para ello. Lógicamente solo los que controlo como, por ejemplo, desactivo las notificaciones de diarios en el móvil o archivo los chats de trabajo para que no me salte nada. Con lo que más me cuesta es el Twitter, porque al final un pequeño chequeo al muro de tweets no se suponía que me alteraría, pero en este caso lo que he decido es desinstalar la aplicación un tiempo, o si no al menos limitar el tiempo de uso y que se bloquee cuando llevo media hora diaria en ella.

Cada vez soy más consciente, y vivo más tranquilo, por saber que muchas cosas que nos preocupan pueden esperar, y que la vida real es más valiosa que la virtual. Para un mes al año que podemos dedicarnos a nosotros mismos, qué absurdo sería no hacerlo.