Manuel Mostaza Barrios Politólogo y Director de Asuntos Públicos de ATREVIA
OPINIÓN

Afinidades y porcentajes

Una mujer vota en una mesa electoral del Colegio La Inmaculada-Marillac, a 4 de mayo de 2021, en Madrid (España). Un total de 5.112.658 madrileños están llamados a las urnas hoy 4 de mayo, lo que supone 53.406 más de los que fueron convocados en los comicios autonómicos de 2019, según el censo electoral reflejado en el INE, recogido en los 179 municipios de la región. Para estas elecciones se han constituido 7.265 mesas electorales en 1.084 locales. 04 MAYO 2021;4M;ELECCIONES;COMUNIDAD DE MADRID;ASAMBLEA DE MADRID;PRESIDENCIA;VOTOS Jesús Hellín / Europa Press (Foto de ARCHIVO) 04/5/2021
Imagen de archivo de una votación en una mesa electoral.
Jesús Hellín
Una mujer vota en una mesa electoral del Colegio La Inmaculada-Marillac, a 4 de mayo de 2021, en Madrid (España). Un total de 5.112.658 madrileños están llamados a las urnas hoy 4 de mayo, lo que supone 53.406 más de los que fueron convocados en los comicios autonómicos de 2019, según el censo electoral reflejado en el INE, recogido en los 179 municipios de la región. Para estas elecciones se han constituido 7.265 mesas electorales en 1.084 locales. 04 MAYO 2021;4M;ELECCIONES;COMUNIDAD DE MADRID;ASAMBLEA DE MADRID;PRESIDENCIA;VOTOS Jesús Hellín / Europa Press (Foto de ARCHIVO) 04/5/2021

Siempre es complicado relacionarse con aquellos con los que compartes un cierto espacio electoral. Los electores han de elegir entre uno u otro y eso lo embarra todo. Lo hemos visto estos años con la espiral de amor y odio en la que han estado inmersos el Partido Socialista y Unidas Podemos, y algo así muestra el sondeo continuo que publica este periódico en relación con el Partido Popular y Vox.

A diferencia de lo que ocurre en la acera de enfrente, donde los electores socialistas valoran a Yolanda Díaz y viceversa con los electores de Sumar respecto a Pedro Sánchez, a los votantes del PP no les gusta demasiado Abascal, y a los de Vox tampoco valoran mucho a Feijóo. Quizá por ello, la desconfianza parece haberse instalado en los votantes de ambas formaciones; y esto es importante, porque muchas veces la política va más de afinidades que de alambicadas construcciones ideológicas.

Desde un punto de vista demoscópico, la falta de claridad de la política de pactos entre ambas formaciones parece haber detenido -al menos de momento- el trasvase de votos de los del bilbaíno Abascal a los del orensano Núñez Feijóo, que confía en ganar por el centro los votos que deje de recibir por la derecha.

Es verdad que esos votos desde el centro pueden valer en realidad el doble -los recibe el PP y puede dejar de recibirlos el PSOE-, pero la ambigüedad al intentar construir un partido donde todo el mundo esté cómodo (desde los más centristas a los más conservadores) puede terminar por descolocar al votante de la formación.

En cuanto a los bloques, los datos de esta semana muestran un ligero repunte de las dos formaciones ubicadas en los extremos del tablero, hasta superar tanto Vox como Sumar el 13% de intención de voto, así como un leve debilitamiento de los dos partidos centrales. Es un matiz importante para las dos formaciones periféricas, porque en nuestro sistema es el tamaño de la circunscripción -y no la ley D´Hont, como tanto se repite- el que condiciona el acceso a escaños en muchas de las provincias de la España interior: sin más de un 15% de los votos es casi imposible conseguir escaño en el más de un tercio de las circunscripciones que eligen cuatro o menos diputados en estas elecciones.

Todos lo saben y eso explica también el súbito interés de los cuatro partidos por la España olvidada: Núñez Feijóo dará un mitin en Zamora este sábado, una provincia en la que el PP se quedó en 2019 a menos de trescientos votos de obtener un segundo escaño que finalmente fue para Vox. Es la magia de las elecciones...

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