Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Raúl Cimas, el Gila de hoy

Raúl Cimas en 'Poquita fe'
Raúl Cimas en 'Poquita fe'
Movistar Plus
Raúl Cimas en 'Poquita fe'

Explicaba Miguel Gila que la comedia del disparate funciona cuando toca la realidad con las dos manos. Lo tenía más calculado de lo que parecía, y sus historias imposibles siempre tenían mucho de mundano, de corriente y, a la vez, de singular. Con estas raíces terrenales, la carcajada de los españoles sobresaltaba porque se sentían reconocidos en el poderoso surrealismo de Gila. Su fantasía escondía una bofetada de realidad que nos hacía más digerible una cotidianidad gris. 

Raúl Cimas no es Miguel Gila. Ni pretende serlo. Pero ha evolucionado su estela de aquella deconstrucción social.  Su ingenio logra un brillante retrato costumbrista sobre cómo somos hoy. Y representa la comedia más pura, la comedia más diagonal, la que evade y a la vez te deja pensando. La que despierta por igual la risa de Pablo Motos o de Andreu Buenafuente. Porque no pretende el aplauso de la validación, sino que consigue la sonrisa compartida. Esa que nos une a todos porque habla de todos. Aunque creamos que no nos parezcamos mucho. 

La energía de sus habituales diálogos superrealistas, ahora, se ha ensanchado en formato serie en Movistar Plus. Una ficción por encima de lo preestablecido. Empezando por la duración, a tono con el tiempo que vivimos. Cada capítulo, 15 minutos. Cada capítulo, un mes del año. En total, 12 episodios. De enero a diciembre. Y ya está. Ahí, la vida comprimida, pasando sin que nos demos cuenta. As usual

La historia se llama 'Poquita Fe', está creada por Pepón Montero y Juan Maidagán (Camera Café) y Cimas la protagoniza junto a otra gran intérprete de la autenticidad, Esperanza Pedreño. Perfecto binomio de seres peculiares. O que elegimos ver como seres peculiares, que es bien diferente. Ya que, como aquellos monólogos de Gila, las tramas de estos raros atrapan porque muestran el día a día de la mayoría. Aunque nos resistamos a verlo, para sentirnos más especiales, únicos e irrepetibles.

No somos tan especiales, únicos e irrepetibles. Pero en la normalidad de la cotidianidad está lo extraordinario de nuestras vidas. La buena comedia nos ayuda a descubrirlo. E incluso a ver todo lo que nos estamos perdiendo en este mismo instante, pues nos explicaron fatal qué es lo relevante y qué es lo accesorio. 

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