OPINIÓN

Los cesantes

Archivo - Arxiu - Palau de la Generalitat Valenciana
Palau de la Generalitat Valenciana.
GVA
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Nuevos Gobiernos, nuevos empleos y nuevos cesantes. En los próximos meses un nutrido cuerpo de cargos y altos cargos de confianza abandonarán el calor del empleo público de la Administración para volver a la dura realidad de la vida del común de los mortales. Mientras tanto, los que han estado esperando su oportunidad para "salir en la foto", se harán con unas poltronas que les permitirán servir y servirse, dicho sea de paso.

Entre los primeros habrá quienes vuelvan a su anterior puesto, como marca la ley, después de unos años de servicio y tras agotar la excedencia oportuna. Otros, abandonados a su suerte, comenzarán una rueda de reclamaciones de favores debidos y servicios prestados para encontrar un padrino o madrina que los acoja. Eso por no hablar de los chiringuitos afines, cuyos responsables tendrán que imaginarse otras fórmulas para seguir desarrollando su actividad.

En los mentideros políticos valencianos no se habla de otra cosa. Del que sale y del que entra; del sueldo que se pierde y el que se gana. La historia de siempre después de una contienda política que ha resuelto el votante y unos pactos han sellado. Un buen ejemplo lo encontramos en los 26 cargos que la nueva alcaldesa de Valencia tiene que designar para las 18 entidades municipales. Todos ellos acompañados de su remuneración correspondiente y nada escasa. No solo de votos vive el político.

Uno de los personajes más hermosos de la literatura española es Ramón de Villamil, ese cesante de la novela Miau, que espera y desespera por un puesto en la Administración que en su día perdió por no formar parte del bando ganador. Benito Pérez Galdós supo dar vida con su pluma a ese español pendiente de la suerte política para solventar su vida laboral y personal.

Por fortuna la Valencia del XXI no es la del XIX. Nuestra Comunidad no es una sociedad que profesa "el socialismo manso; que no entiende de ideas, ni de acción, ni de nada que no sea soñar y digerir", como sentenció el escritor canario. La sociedad ofrece muchas oportunidades y quedar cesante hoy no es morir como antaño.

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