Putin, a la búsqueda de detractores tras la rebelión armada de Wagner: "Se purgará a los que no mostraron fidelidad al sistema"

Vladimir Putin y Yevgueni Prigozhin.
Vladimir Putin y Yevgueni Prigozhin.
Carlos Gámez
Vladimir Putin y Yevgueni Prigozhin.

Los ecos de la rebelión armada del Grupo Wagner contra el Kremlin siguen resonando en las altas esferas rusas. Vladimir Putin y su Ejecutivo han salido ilesos de un hecho que ya nadie dentro de Rusia minimiza. El propio jefe del Estado ruso ha reconocido que el país vivió sus horas más intensas en décadas y se estuvo al borde de "una guerra civil" que supo frenar a tiempo. Pese a acordar el exilio a Bielorrusia del líder de los mercenarios sublevados, Yevgueni Prigozhin, lo ocurrido el pasado sábado siguen coleando en Moscú, donde nadie está a salvo de ser interrogado o investigado sobre su relación en una insurrección sin precedentes.

El Kremlin busca aparentar normalidad y ha agradecido a los servicios de seguridad y efectivos militares sus actuaciones frente al levantamiento. Incluidos a los policías de Rostov del Don, la ciudad tomada por los mercenarios el pasado sábado. Este martes la capital retiró el régimen de operación antiterrorista "ante la ausencia de amenazas". Con todo, la posibilidad de una purga se cierne sobre los estamentos militares. Aunque pueden no ser los únicos. El presidente de la Duma del Estado ha anunciado también este martes que ha pedido al Comité de Seguridad que investigue qué altos cargos rusos trataron abandonar Rusia durante el motín.

"No será solo perseguir a los críticos, sino también asegurar una fidelidad absoluta", asegura a 20minutos el profesor agregado del departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Josep Puigsech. "El punto de partida es que el alto mando militar está actuando de forma muy poco eficiente en Ucrania y es indiscutible que esto genera tensiones internas", añade.

¿Purga en las fuerzas armadas?

Pocas horas después del motín de Wagner, varios vídeos corrieron rápidamente por redes sociales. Sus protagonistas eran dos altos cargos militares rusos que habían sido grabados aparentemente en el mismo lugar. Uno de ello era el general ruso Sergei Surovikin, que aparecía con un arma en la mano mientras pedía a Prigozhin que cesara en su intención de ir a Moscú con su convoy militar. 

Surovikin, apodado general Armaggedon, comandó durante varios meses a las tropas rusas en Ucrania, hasta que en enero fue relegado de esa posición. Además, era el enlace en el frente entre la cúpula militar y el jefe de Wagner y uno de los pocos mandos militares alabados por este. En estos meses se había especulado sobre discrepancias militares entre él y el actual jefe al mando de la invasión, Valeri Guerásimov, mano derecha del ministro de Desfensa ruso, Serguéi Shoigú. Ambos se habían convertido en los principales objetivos Prigozhin, que pedía reiteradamente sus cabezas y les acusaba de la mala situación en la guerra. 

Poco después de la difusión del vídeo, el paradero de Surovikin pasó a ser un misterio. Los canales de Telegram prorrusos comenzaron a especular con posibles purgas a gran escala y señalaban al general como el primer afectado. Este miércoles el diario The New York Times afirmó a través de fuentes de inteligencia estadounidenses que Surovikin conocía de antemano los planes de Wagner y no los había comunicado. Ese mismo día el medio ruso The Moscow Times confirmó a través de fuentes del Ministerio de Defensa ruso de la detención e interrogatorio al general.

Las informaciones esta semana han sido contradictorias y la propia hija del general, Veronika Surovíkina, ha tenido que salir públicamente a asegurar que mantiene contacto con su padre y que "no ha pasado nada". "En torno a estos acontecimientos habrá ahora muchas especulaciones y conjeturas", dijo también el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Por el momento el departamento que dirige Serguéi Shoigú no se ha pronunciado.

El ministro de Defensa ruso también ha sido señalado por el desarrollo de la invasión y la sensación de vulnerabilidad que se ha producido tras la toma de una ciudad rusa por parte de un grupo paramilitar. El profesor Puigsech reconoce que Shoigú es uno de los "grandes perdedores" en la guerra: "Es una figura sin carisma, que ni transmite y ni genera eficiencia... Pero es un hombre de confianza de Putin y eso explica que siga al mando del Ministerio". Además, explica que si cayese ahora daría una imagen negativa de líder ruso. "Lo lógico es mantener a Shoigú y quizá entre bambalinas ir colocando alguna figura que puedan redirigir este operativo militar", agrega.

El conocido canal prorruso de Telegram Rybar ha señalado esta semana que "los investigadores y representantes del Servicio Federal de Protección estaban entrevistando a jefes del mando militar y a comandantes de unidades". Otros blogueros militares añadieron que la supuesta purga también afecta a los pilotos que se negaron a atacar las columnas de Wagner.

"Indiscutiblemente se purgará a los cargos de alto nivel que no mostraron una fidelidad absoluta con el sistema", reconoce el profesor Puigsech. No obstante, recuerda que esta es una práctica "natural" de cualquier Estado. "En Estados Unidos también se purgó al militar que pasó los informes que luego se difundieron a través de Wikileaks", afirma.

Prigozhin y los apoyos a Wagner

Mientras esto ocurre en Rusia, el líder del levantamiento armado continúa refugiado en un hotel de Minsk. Tras pactar con Moscú, el caso penal por traición contra Prigozhin por el que Putin prometió "acciones brutales" se acabó transformando en un exilio en Bielorrusia. No obstante, las declaraciones del mandatario ruso sugieren que puede no estar tan libre de persecuciones judiciales. Putin ha insinuado que se investigarán sus negocios y si hubo "robos" en los contratos multimillonarios de cáterin de una de sus empresas.

En el caso de que alguna denuncia fructifique se le podría llamar a testificar, ya que se encuentra en un país aliado de Moscú. Putin señaló poco después de la rebelión de Wagner algo que hasta ahora parecía un secreto a voces: el Estado ruso financia buena parte de esta organización paramilitar. El jefe del Gobierno ruso reconoció haber asignado a Wagner 86.000 millones de rublos (más de 900 millones de euros) durante la guerra en Ucrania.

"Prigozhin ha enseñado algunas debilidades del régimen, que ha llegado a un acuerdo con un grupo sublevado, algo insólito", reconoce a este medio Oleg Lukin, analista de El Orden Mundial. "Esto demuestra que aunque los autoritarismos parecen estables y seguros, en realidad son frágiles y pueden caer", añade.

La propaganda en los canales de televisión rusos carga desde el sábado contra Prighozing, algo que no había ocurrido hasta ahora, señala Lukin. Junto a los mensajes de Putin que desacreditan al oligarca se suman los de parlamentarios y periodistas que habían hablado bien de Wagner. Una de las cuentas Telegram asociadas a Wagner señalan a muchos de ellos y comparan lo que decían antes del sábado y lo que dicen ahora para tratar de desvincularse. 

Putin ha conseguido evitar lo que denomina una "guerra civil" en Rusia. Lo que todavía está por ver es que la estabilidad en torno al Kremlin y a su figura (hasta hace un año y medio indiscutible), pueda restaurarse por completo.

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