Objetivo tercer puesto: por qué para Sumar es fundamental adelantar a Vox el 23-J

La líder de Sumar, Yolanda Díaz, y el portavoz Ernest Urtasun.
La líder de Sumar, Yolanda Díaz, y el portavoz Ernest Urtasun.
EFE
La líder de Sumar, Yolanda Díaz, y el portavoz Ernest Urtasun.

"A nadie se le escapa que obtener la tercera plaza en las elecciones generales es extremadamente importante". Son palabras que pronunció hace unos días el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun, que quiso lanzar un mensaje de optimismo y sacar pecho de que algunas encuestas ya proyectan que la coalición que lidera Yolanda Díaz será tercera fuerza el 23-J. Sumar sabe que reeditar el Gobierno de coalición progresista pasa, en buena medida, por desbancar a Vox de la tercera posición en los comicios, incluso aunque el resultado entre ambas fuerzas sea muy apretado. Y esa realidad tiene que ver, sobre todo, con el sistema electoral.

La última encuesta de DYM para 20minutos, publicada el jueves, indica que Sumar y Vox están muy cerca el uno del otro. La candidatura de Díaz, según el sondeo, alcanzaría el 12,5% de los votos, por el 13,2% de un Vox estancado y que bajaría con respecto a 2019 por la pujanza del PP. En la traslación a escaños, ambas formaciones también están próximas: el sondeo proyecta entre 36 y 38 actas para Vox y entre 29 y 31 para Sumar. Y, con este panorama, la batalla por la tercera plaza cobra aún más importancia.

En España, las elecciones generales tienen un sistema electoral de circunscripción provincial. Es decir, que cuando un ciudadano vota por una opción política, está escogiendo a los representantes de su provincia en el Congreso, no a los 350 diputados. El número concreto de parlamentarios que se elige en cada provincia depende de su población y las diferencias entre unas y otras son muy grandes: en un extremo se sitúa Madrid, que como provincia más poblada de España tiene derecho a 37 escaños, y en el otro está Soria, la única circunscripción en la que solo se escogen dos diputados, a excepción de Ceuta y Melilla, que solo mandan un escaño al Congreso, que se asigna a quien gana las elecciones en esas ciudades autónomas.

En las provincias más habitadas, es decir, las que eligen más diputados, el sistema electoral es fuertemente proporcional. Los expertos suelen considerar grandes las circunscripciones que tienen derecho a 10 o más diputados: en ellas, los partidos que superen el 3% de los votos —la barrera mínima que establece la ley— tienen opciones reales de pelear por conseguir un escaño, y cuantos más diputados haya para repartir, más fácil lo tienen. En las elecciones de noviembre de 2019, por ejemplo, Más País obtuvo dos de los 37 parlamentarios de la provincia de Madrid con tan solo un 5,7% de los votos en la circunscripción.

En el reparto de los escaños en cada provincia no solo influye ese factor: también puede perjudicar a las formaciones más pequeñas que la primera o las dos primeras fuerzas, por ejemplo, concentren muchos votos y queden a mucha distancia del resto de las opciones, lo cual puede dejar fuera del reparto a partidos con menos apoyos. Pero ese efecto del sistema electoral se exacerba en las circunscripciones menos pobladas precisamente porque son menos los diputados a repartir y, por tanto, importa tanto concentrar el voto como quedar en las primeras posiciones en la carrera electoral.

Buen ejemplo de ello es lo que ocurrió en Badajoz en las últimas elecciones. Allí, en abril de 2019, Vox obtuvo un 11% de los votos y un único escaño de los seis a repartir. En la repetición electoral de noviembre, la formación mejoró hasta el 17,5% de los votos, pero aún así volvió a obtener solo un diputado. ¿Por qué? Porque el PP pasó del 20,4% al 25,3% y, sobre todo, se distanció del tercer partido en liza: en las elecciones de abril solo le habían separado dos puntos de Cs y en noviembre ensanchó esa brecha a casi ocho puntos con Vox. Al concentrar así el voto, los populares consiguieron pasar de una a dos actas.

Las provincias medianas y pequeñas, claves

El problema para las formaciones más pequeñas es que estas circunscripciones que reparten menos de diez diputados son la inmensa mayoría: de este grupo únicamente quedan fuera Madrid (37 escaños), Barcelona (32), Valencia (16), Sevilla (12), Alicante (12), Málaga (11) y Murcia (10). En todo el resto de las provincias, el sistema electoral comienza a primar mucho más la concentración del voto en los dos primeros partidos. Y en muchas de las más pequeñas como mucho deja espacio para que un tercero obtenga acta. De ahí que sea tan importante para Sumar y Vox la pelea por el tercer puesto: porque es lo que define si se obtiene diputado en muchas provincias poco pobladas.

Lo ocurrido en Girona en las pasadas elecciones generales es un magnífico ejemplo de lo determinante que puede ser esta tercera posición en un escenario como el que plantean las encuestas para el 23-J, con PP y PSOE destacados en las dos primeras posiciones y Vox y Sumar muy cerca el uno del otro en la pugna por la tercera. En Girona se eligen seis escaños, y en noviembre de 2019 dos de ellos fueron a parar a ERC, otros dos a Junts, uno al PSC y el último de todos se lo quedó En Comú Podem —la marca catalana de Unidas Podemos— con un 9,54% de los votos. Lo llamativo es que la CUP, que fue quinta fuerza, consiguió un 9% de las papeletas, prácticamente el mismo resultado que los morados. Y si el diputado no fue para los independentistas fue por no haber conseguido escalar a la cuarta plaza.

Por tanto, para Sumar y para Vox es vital asentarse en las provincias medianas, donde tienen opción de rascar un diputado a los grandes partidos. Y estos escaños, además, son especialmente eficaces en la pelea por la Moncloa, puesto que, si el panorama es como el que indican las encuestas, en estas circunscripciones el escaño que consiga Vox no lo obtendrá Sumar o viceversa, por lo que un bloque crecería directamente en detrimento del otro.

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