El gasto en consumo de las familias españolas recuperó el año pasado su nivel anterior a la pandemia. Sin embargo, lo que a simple vista parecería una buena noticia para la economía española, no lo es tanto. Si los hogares gastan más ahora que antes del coronavirus, no es porque consuman más, al contrario. Si descontamos el efecto de las fuertes subidas en los precios que se produjeron en 2022 (un 8,5% de media) el consumo de las familias seguía todavía un 3,2% por debajo de las cifras de 2019.

Esta es la principal conclusión que se desprende de la Encuesta de Presupuestos Familiares (IPF) que el INE ha publicado este miércoles. Una estadística que disecciona como ninguna otra los patrones de gasto en consumo de los hogares españoles.

Los datos del INE apuntan a que las familias se dejaron 600.000 millones de euros en consumir el año pasado. Una cifra que arroja una media por hogar de 31.600 euros (12.800 por persona). Si comparamos estas cifras con las de 2021 vemos como los hogares se gastaron de media 2.324 euros más en cubrir sus necesidades materiales que el año previo. Sin embargo, de estos 2.324 euros adicionales de gasto, el 80% se debió al efecto de las subidas de precios y solo un 20% es atribuible a un aumento del consumo real.

De hecho, el consumo real (en el argot se conoce como consumo a precios constantes) apenas avanzó un 2% en comparación con 2021. Lo que supone todo un frenazo en toda regla en comparación con el 5% de incremento interanual registrado en 2021. Una mala noticia en un motor clave para el crecimiento de la economía española, que el año pasado tiró del carro del PIB en el segundo y el tercer trimestre.

Hostelería y transporte tiran del carro

Los principales motores del consumo de los hogares el año pasado fueron el gasto en hostelería, alojamiento y el transporte. Solo estos tres factores explican la mitad del aumento del consumo registrado en 2022 en comparación con el ejercicio previo. Algo que no sorprende si se tiene en cuenta que se trata de productos cuyo uso estuvo muy restringido en 2021. Aquel fue el año de los cierres perimetrales entre comunidades autónomas y todavía se mantenían importantes restricciones a la movilidad pública que limitaban el acceso a estos bienes y servicios. 

Más allá de estos productos, el resto del aumento del gasto estuvo protagonizado por los suministros de la vivienda (luz, gas y agua) que aportó otro 15% al aumento del consumo, los alimentos (10,5%) y el ocio y la cultura (10,4%).

Sin embargo, la inflación vuelve a enmascarar de nuevo la realidad. Si se descuenta el efecto de los precios, se observa cómo el consumo real de algunos productos se redujo en comparación con 2021. Por ejemplo, los hogares recortaron su gasto real en alimentos y bebidas alcohólicas en un 5%. Esta caída es lógica hasta cierto punto, sobre todo si se tiene en cuenta que durante lo peor de la pandemia los servicios de hostelería y restauración estuvieron muy restringidos. La alternativa pasaba por comer en casa, es decir, consumir más alimentos. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que el precio de los alimentos se incrementó notablemente el año pasado (un 11,6% de media), lo que puede haber forzado a algunas familias, sobre todo de renta baja, a reducir su consumo.

Otra lectura interesante de los datos del INE es ver hasta qué punto el aumento en el gasto de cada producto ha estado causado por las subidas de precios o porque verdaderamente los hogares han adquirido más cantidades. En este aspecto destaca el caso de la hostelería y restauración, una categoría en la que el crecimiento del gasto ha venido dado en su mayor parte por el lado de la cantidad. En el lado opuesto del espectro está el caso de los suministros para vivienda (electricidad, gas, luz...). En este grupo de bienes el aumento del gasto se explica exclusivamente por las fuertes subidas de precios registradas