La inexplicable ausencia del nieto de María Teresa Campos en el 83 cumpleaños de la presentadora

María Teresa Campos cumple 81 años
María Teresa Campos habla para la prensa.
Europa Press
María Teresa Campos cumple 81 años

Este domingo, María Teresa Campos cumplió 83 primaveras. Una cifra que las hijas de la comunicadora quisieron que fuera especial. Por eso decidieron celebrarlo, al mediodía, al rededor de una mesa y con la presencia de casi toda la familia. No fallaron José Carlos, el marido de Carmen Borrego, ni tampoco Alejandro Rubio, ex de Terelu Campos y para quien Teresa sigue siendo una suegra muy especial.

Explican a 20minutos que, para que el día fuera más entrañable y la sorpresa inolvidable, María Teresa no fue consciente de que era su cumpleaños hasta que las hijas le sacaron la tarta y le hicieron soplar las velas. Campos emocionó a todos sus familiares reconociéndose feliz en un entorno unido a pesar de las adversidades.

Aunque la relación de Terelu y Carmen atraviesa fuertes pero controladas turbulencias, nada les importa más que el bienestar de su madre. Por ella, solo por ella, son capaces de olvidar las diferencias y sortear las adversidades para encender, juntas y unidas, las velas necesarias para alumbrar el oscuro y frío camino en el que se adentra la mujer que les dio la vida.

Extrañó la ausencia de su nieto José María, el ojito derecho de su mediática abuela. El joven, que acaba de ser padre junto a su esposa Paola Olmedo, no solo rechazó acudir a la comida sorpresa, sino que tampoco hubo ninguna felicitación telefónica. Todo fueron excusas.

Hace tiempo que Teresa ya no utiliza el que era su teléfono móvil personal, por lo que las comunicaciones siempre se realizan en presencia de terceros. Inquieta, y hasta sonroja, este desapego repentino con quien tanto le quiso, protegió y aconsejó. Según ha podido confirmar este diario, hasta la fecha José María tampoco se ha acercado para que su abuela conozca a su primer bisnieto.

Una noticia, la del alumbramiento, que Teresa conoció a las pocas horas de producirse y que festejó repitiendo que la alegría había llegado por fin a la familia "con una buena noticia". Todos coinciden en que en este momento, en el que la involución cognitiva de la octogenaria es más que evidente, abrazar y sentir cerca al bebé podría reportarle un bienestar que merece cualquier esfuerzo, incluso el de fingir que todo está bien, sonreír, arrinconar los enfados con la familia e intentar reconstruir los sueños rotos. Ojalá no sea tarde.

El silencio cómplice pero incómodo de Carmen Borrego, evitando que las llamas devoren definitivamente la relación con su hijo y su nuera, debería hacerle recapacitar. Estas últimas semanas está purgando sus pecados y demostrando que está dispuesta a "masticar y tragar" por recuperar al que siempre será el hombre de su vida: su hijo. Elevar un desliz a un todo puede resultar excesivamente frívolo. La piedra está en su tejado.

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