Todavía no habíamos salido de la angustia que nos había producido el apuñalamiento a sangre fría de seis niños en el sur de Francia, cuando la sensibilidad humana de millones de personas se ha visto reconfortada con la noticia de que cuatro niños, uno de ellos casi un bebé, víctimas del accidente de una avioneta que se daban por muertos, habían sobrevivido más de un mes en la selva del Amazonas en unas condiciones que sólo un milagro bíblico podría explicar.
Son dos relatos estremecedores entre el terror que siempre provoca la violencia de mentes desquiciadas y siniestras, y más tratándose de dramas infantiles, y la satisfacción y la alegría que proporciona saber que cuatro pequeños indefensos consiguen salir indemnes por su propio espíritu de sobrevivencia, de una situación límite que es muy difícil de explicar y menos de creer. La triste realidad es que los niños son los seres más expuestos y vulnerables ante todos los males que cabe imaginar, pero también los que mejor superan los males que amenazan su inocencia.
En los Estados Unidos son frecuentes los asesinatos masivos que en muchas ocasiones se producen en escuelas y colegios, donde alguna mente desquiciada y criminal, con el control mental atrofiado, descarga sus odios contra la humanidad disparando ráfagas de tiros sobre los más indefensos con un sadismo sin límites. Es una lacra que a veces también se exporta a Europa, como ha ocurrido estos días en Francia. Y eso sin mencionar a los niños cuyas vidas se están llevando por delante a diario las bombas en Ucrania.
Los niños son los seres más expuestos y vulnerables ante todos los males
Los niños del Amazonas, miembros de una tribu india, sin formación ni experiencia de las amenazas de la civilización se han salvado, según se intenta explicar, gracias a la habituación al ambiente de miseria y desamparo en el abandono de las tribus en que habían nacido y se habían criado mientras que los franceses, algunos de ellos en estado crítico, sobrevivieron gracias a la suerte que tantas diferencias establece la suerte, buena y pésima, entre las personas.
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