Hace algo más de dos meses, la vida de Ana Obregón cambió con la llegada de su nieta, Ana Sandra Lecquio, que nació a través de gestación subrogada en Miami. A pesar de que los planes de la bióloga eran no regresar a España hasta que la bebé tuviera tres meses, su agenda laboral le hizo cambiar de idea. Así, el pasado miércoles, la celebrity y la pequeña aterrizaron en el aeropuerto en Madrid. 

Tras su llegada a España, la madre de Alex Lecquio y su bebé se han alojado en su mansión situada en la lujosa urbanización de La Moraleja, al norte de la capital madrileña. Una zona repleta de encinas y en la que, además, residen numerosos famosos debido a que es un lugar seguro, con seguridad las 24 horas, y está muy bien comunicado. Otro punto a su favor es que sus vecinos son sus hermanos. 

La vivienda consta de todo tipo de comodidades, jardín, piscina y zona chill out. Su interior está adornado con una escalera de vidrio y mármol en sus escalones. En lo que respecta a los colores que tienen las paredes de la casa, Ana Obregón optó por colores claros, con tonos como blanco hueso o beige. Uno de los rincones más especiales del hogar para la bióloga es la habitación de su hijo Alex, que, de ahora en adelante, será la estancia de la pequeña Ana Sandra.

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Años atrás, la pacerla en la que se encuentra el hogar de la actriz estuvo habitada por sus cuatro hermanos y sus padres. En aquel entonces, el padre de la bióloga adquirió 1.150 hectáreas y, poco después, comenzó a venderlas dejando solo un terreno para él y su familia. Ahí construyeron la vivienda en la que Ana Obregón ha pasado la mayor parte de su vida y que, ahora, compartirá con su nieta. 

La propiedad, en sus inicios, fue construida con ladrillo visto, pero hace once años la celebrity le hizo una reforma que dio un giro de 180 grados a la vivienda. Sin embargo, una de las zonas que aún sigue sin retocarse es la cocina.