Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La irrelevancia del debate electoral de Risto Mejide: el desgaste del show político en TV

Foto del debate electoral en el plató de 'Todo es mentira'
Foto del debate electoral en el plató de 'Todo es mentira'
Mediaset
Foto del debate electoral en el plató de 'Todo es mentira'

Todo es mentira de Risto Mejide se ha lanzado esta semana al primer debate electoral de la campaña de las autonómicas del 28 de mayo. Los protagonistas, los partidos que se disputan la Comunidad de Madrid. Esa comunidad en la que parece que todo se habla en código nacional. Sin embargo, el choque político no ha disparado las audiencias del programa. Al contrario, el encuentro ha pasado sin pena ni gloria. ¿Cuáles son las causas? 

Para empezar, quizá suena un poco raro que unos políticos hagan campaña en un espacio que se llame Todo es mentira... El propio formato lo ha evitado, dejándolo en sus iniciales: TEM. Pero qué remedio, no hay muchas más ventanas en las que dejar propuestas fuera de los canales en los que ya sólo están los convencidos.

Sin embargo, el problema de base para este tipo de programas está en que el espectador interesado por un debate electoral serio no acude en tropel a un espacio que se ve como un espectáculo de entretenimiento. Hace tiempo que en la televisión los límites entre show e información se han difuminado demasiado, pero el público sabe que Risto Mejide no es Ana Blanco, tampoco Manuel Campo Vidal. Ni quiere que así sea. 

Aunque, además, hay que contar con otro factor clave que nadie quiere mirar de frente: hay una tendencia clara de desgaste de la pelea política en la televisión generalista. La sociedad está saturada tras años en los que se ha vivido intensamente la actualidad y, ahora, necesita coger aire. Así que la audiencia más masiva espera de las televisiones comerciales que amasen su entretenimiento con otras creatividades que no necesiten teatralizar aquello que nos afecta en el día a día. 

Por ejemplo, la nueva apuestas de sucesos de Cuatro, Código 10, pincha en el prime time del segundo canal de Mediaset con un 3,7 por ciento de share. Su impostado tono no va con la cadena de First Dates.  

En la mañana se ve de manera nítida la congestión del público con determinados enfoques. La diversión de Alfonso Arús consigue liderar por delante de las grandes cadenas. Sucede cuanto todas están metidas en la intensidad de sus tertulias políticas. Entonces, hay una gran parte de la audiencia que decide cambiar el cada vez más previsible choque ideológico por una pandilla riéndose de anécdotas, vídeos virales y otros temas ligeros. No es baladí, donde Ana Rosa Quintana estaba muy fuerte antes, ha habido un trasvase a Aruseros casi proporcional a cómo ha ido aumentando la vehemencia de la presentadora en la primera hora de su magacín. Alfonso Arús es el que ahora se lleva el gato al agua en este tramo. Porque es evidente que su propuesta es la más diferente de la mañana. No sufre la losa de necesitar influir, primero quiere acompañar.

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