Charlène de Mónaco muestra su nueva cara tras sus últimos tratamientos

La princesa Charlène de Mónaco, en enero de 2023.
La princesa Charlène de Mónaco, en enero de 2023.
David Niviere/SC Pool/Corbis/Getty
La princesa Charlène de Mónaco, en enero de 2023.

Tras superar sus problemas de saud, que la mantuvieron alejada de la vida pública y que volvieron a provocar rumores sobre un posible divorcio, poco a poco la princesa Charlène de Mónaco ha ido recuperando la figura, habiendo ganado algo de peso y, aparentemente, con algún que otro retoque estético, como se ha podido ver en su reaparecieron en la primera edición del Salón de la Fama del Rugby Club Toulonnais, en la localidad francesa de Tolón.

Acallados los rumores de posible separación por Alberto de Mónaco, que siempre insiste en que están más unidos que nunca, ambos asistieron a un nuevo evento deportivo, toda vez que la anterior vez que se los vio juntos fue en el Masters de Tenis de Montecarlo.

En esta ocasión, como detallan desde la revista Semana, la princesa ha sido objeto de una observación más precisa, viéndose con claridad que, en los últimos casi 20 años que lleva en la realeza monegasca —si bien no se casó hasta hace 12, y ella tiene 45—, sus cambios en el rostro le han cambiado totalmente su perfil.

La citada publicación da por sentado que la princesa utiliza bótox con bastante asiduidad, así como ha realzado su sonrisa gracias a haber modificado su dentadura. Sin embargo, hay muchas más operaciones e intervenciones, como las que se ha hecho en la nariz o sus infiltraciones de ácido hialurónico en los labios, otorgándoles volumen.

Asimismo, explican que se ha rellenado tanto pómulos como otros puntos estratégicos del rostro con la idea de dulcificar el contorno facial y eliminar los surcos nasogenianos —que aparecen bajo las mejillas, entre la nariz y los extremos de la boca—. Por último, se había hecho algún que otro 'peeling' químico para deshacerse de sus pecas.

Todo ello ha sido más constatable aún no solo en sus más recientes apariciones, sino sobre todo en la de Tolón, dado que la iluminación del lugar era tan directa que rápidamente saltaba a la vista cualquier contraste, con relieves pronunciados, rostro muy estirado y pequeñas arrugas más artificiales que las del envejecimiento natural.

A pesar de ello, la princesa lucía radiante gracias a un vestido de chaqueta, su conocido pelo corto, cuyo color platino ha dado paso a un tono más natural con alguna mecha rubia, y unos labios rojos que destacaban por encima del resto.

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