Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Cataluña y la dictadura blanca

Una enfermera se queja de tener que sacarse el C1 de catalán para opositar en Cataluña.
Una enfermera se queja de tener que sacarse el C1 de catalán para opositar en Cataluña.
@bgosuarez - TIKTOK
Una enfermera se queja de tener que sacarse el C1 de catalán para opositar en Cataluña.

"El puto C1 de catalán se lo va a sacar mi madre", grabó Begoña Suárez, enfermera con inconfundible deje gaditano, entre risas y opiniones contrarias de sus compañeras a principios de marzo. Pues, de patitas en la calle. Eso es lo que le ha pasado. Trabajaba en el Hospital de la Vall d’Hebrón de Barcelona y grabó en Tiktok esa queja sobre el requisito de pasar una prueba de conocimientos avanzados de catalán para poder opositar. Las imágenes se hicieron virales, 700 mil descargas en Tiktok y 2 millones de visualizaciones en Twitter. La denuncia suscitó la reacción colérica del mundo nacionalista, del Govern de Pere Aragonès, particularmente del consejero de Sanidad, Manuel Balcells, que ordenó la apertura de un expediente. Se agitó el fantasma de la catalanofobia. Y en redes, insultos y amenazas contra la chica.

A la enfermera, que entró a trabajar en el hospital sin ningún requisito lingüístico, se le acababa el contrato a finales de marzo, y el Departamento de Salud de la Generalitat ha decidido no renovárselo por tener abierto ese expediente disciplinario. Es un caso de clara represalia por cuestionar con tanto desparpajo esa exigencia (el certificado de C1 de catalán) para opositar, que equivale a haber cursado la educación secundaria en Cataluña. En la polémica hay que diferenciar las formas y el fondo. La joven utilizó un lenguaje inadecuado y grabó las imágenes en el centro sanitario en horas de trabajo con la bata puesta. 

Sobre lo primero, no hay que rasgarse las vestiduras. Ese es el vocabulario que utilizan coloquialmente muchos jóvenes. Y en cuanto a lo segundo, no es tan grave en la medida que se trataba de una noticia que ella comenta tras haber recibido la información de los sindicatos sobre los requisitos para las oposiciones. Además, la joven tampoco pretendía levantar ninguna campaña política. Simplemente expresó su contrariedad y enojo. Porque, en efecto, es contradictorio que la contrataran sin que supiera ni una palabra de catalán, y ahora le exijan un nivel tan elevado para opositar. Para entender y atender al público catalanohablante es suficiente con tener conocimientos orales (certificado B1), un deber que nadie cuestiona.

A la joven enfermera no le han perdonado el desparpajo con el que hablaba de "el puto C1 de catalán". Eso es lo que dolió a los que hacen de la lengua el nuevo juguete del independentismo. En Cataluña, la política lingüística se rige por una "dictadura blanca", término que ya utilizó Josep Tarradellas en los ochenta refiriéndose al pujolismo, que no mata ni asesina, ni mete a la gente en la cárcel, pero que marca los límites de lo que se puede o no decir. Y si traspasas ese límite, te vas a la puta calle.

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