Javier Yanes Periodista, escritor, biólogo y doctor en Bioquímica y Biología Molecular
OPINIÓN

La gestación subrogada y el "pobrecitos" de mi abuela

Una mujer embarazada.
Una mujer embarazada.
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Una mujer embarazada.

Cuando yo era pequeño solíamos comer los domingos de verano en la casa que mis abuelos tenían en el campo. Cada vez que se oía sobre nuestras cabezas el ronco tronar de los motores de un avión, mi abuela giraba la cabeza hacia el cielo y musitaba: "Pobrecitos".

Tenía pánico a volar. Jamás subió a un avión, a pesar de que era una persona muy religiosa y la mayor ilusión de su vida habría sido viajar a Roma y ver al Papa, como en la canción de Parálisis Permanente. Mi abuela se compadecía de toda persona que viajaba en un avión, juzgándola como una más que probable víctima mortal, ignorando el hecho de que no solamente todas ellas llegarían a su destino sanas y salvas, sino que además muchas estarían comenzando unas vacaciones para pasarlo mucho mejor que nosotros.

Soy científico. Se puede ser exinvestigador, pero no excientífico, a no ser que uno repentinamente se convierta, por ejemplo, a la astrología. Pienso que la ciencia tiene la obligación de decir a la sociedad: miren, he conseguido esto. Lo he hecho porque creo que puede ayudar a mucha gente que lo necesita. Ustedes, políticos, juristas y demás, verán cómo regularlo de modo que pueda usarse para bien eliminando, o al menos minimizando, el mal uso que se pueda hacer de ello. Ahí se lo dejo. Pero no desechen lo que puede ser un avance simplemente por la perversión que pueda hacerse de él.

Por supuesto, esto no significa que los científicos sean robots desprovistos de emociones y de ética, como creen algunos. De hecho, y aunque la ciencia sirve fundamentalmente para descubrir cómo es el mundo, y no para mejorarlo, muchos científicos eligen y practican esta profesión pensando que con ella pueden hacer algún bien. Las discusiones bioéticas están muy presentes en los foros, instituciones y revistas de ciencia siempre que avanza una línea de investigación con implicaciones éticas debatibles.

¿Debate? ¿Qué debate?

Debatibles. Pero aunque estos días se diga que se ha abierto el debate, es difícil creerlo cuando hay una práctica unanimidad. Twitter ha emitido su sentencia: compra de niños, vientres de alquiler, vasijas, granjas de mujeres, el cuento de la criada. Y castiga severamente a quienes la cuestionan. Dejando de lado derivadas ajenas a la ciencia, como la edad de Ana Obregón, su dinero, sus motivos personales o el aspecto comercial de la cuestión, nadie parece realmente querer abrir un debate.

Pronto veremos llegar otras técnicas más avanzadas, como la gametogénesis 'in vitro'

Pero en un futuro no muy lejano vamos a ver llegar otras tecnologías aún más avanzadas, como la gametogénesis in vitro, o creación de gametos a partir de células somáticas, que ya comenté aquí. Que en muchos casos también requerirá una gestación subrogada. Cuando en 1978 nació Louise Brown, el primer ser humano creado (sí, creado) por fertilización in vitro (IVF), fue inmensa la repulsa de ciertos sectores sociales y religiosos a lo que entonces se tachaba despectivamente como "bebé probeta".

Esto ya está superado, se diría, aunque todavía algún obispo define la IVF nada menos que como un "aquelarre químico de laboratorio" en oposición al "abrazo amoroso de los esposos" —aquelarre, según la RAE, es "junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío, para sus prácticas mágicas o supersticiosas"; para que quede claro qué es la ciencia para el señor obispo—. Quizá hoy sean excepciones minoritarias quienes acaban de salir directamente del siglo XVI por la puerta del Ministerio del Tiempo. Pero, con todo el riesgo que conlleva apostar, apostaría a que dentro de 40 años se contemplará la expresión "vientre de alquiler" como hoy se contempla la de "bebé probeta".

Oído en la radio, Onda Cero. Cuando Carlos Alsina le pregunta al ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, si está en contra de la gestación subrogada, este responde rotundamente que sí. Porque, dice, siendo ministro de Migraciones ha visto cosas que nosotros no creeríamos: explotación, abusos, sufrimiento, tragedias. Es decir, se pregunta sobre el transporte aéreo y la respuesta es evocar la imagen de los cuerpos calcinados y masacrados, y de los ositos de peluche a medio quemar entre la chatarra humeante del avión. "Pobrecitos".

Por supuesto que siempre habrá quien prefiera seguir desplazándose en burro. Pero para los demás, y aun a riesgo de que me lluevan más piedras que a Matías, hijo de Deuteronomo de Gaza, quizá debería abrirse ese debate. Para muchas personas la gestación subrogada es la única opción. Muchos no entenderán la necesidad de tener un hijo o una hija si jamás han sentido esa necesidad. Muchos dirán eso de: pues adopta; curiosamente, en una sociedad que presta crédito a mojigangas intangibles como "el karma", parece entenderse menos el significado de la palpabilidad de la herencia genética. Que se persigan y castiguen los abusos, delitos, explotaciones y fraudes. Pero que los abusos, delitos, explotaciones y fraudes no impidan lo que puede ser un uso legítimo, beneficioso y consentido de un avance científico.

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